=START= Prólogo -> prologo Glosario -> glosario Aventura -> aventura Salir -> salir =SALIR= Pulsa 'q' para salir. =PROLOGO= ¡LA MALDICIÓN DE LOS NINJA TE AMENAZA! Has viajado a Japón para ejercitarte en el antiguo arte marcial del aikido. Un día, tu amiga Nada te cita en su escuela y te cuenta que le persigue una terrible maldición, iniciada el día que recibió por correo una misteriosa espada antigua. ¡Y, ahora, la maldición ha caído también sobre ti! Para que tu amiga y tú podáis salvaros, debes descubrir el secreto de la poderosa espada. Pero ¿cómo conseguirlo? Si decides buscar a la persona que ha enviado la espada, pasa a la página 78. Si prefieres regresar al pasado y encontrar allí la espada, pasa a la página 17. Sin embargo, debes tener cuidado con la cólera de los ninja. ¡Podrías terminar ahogada en un pozo embrujado, o decapitada por un cadáver viviente! ¡Pero también podrías romper el hechizo de una promesa de venganza que ha estado provocando el mal durante más de mil años! ¿Qué más sucede en esta historia? Todo depende de tus decisiones. ¿Cómo termina la aventura? ¡Solo tú podrás descubrirlo! Lo más interesante es que puedes continuar leyendo y releyendo hasta que hayas vivido no una, sino muchas experiencias increíblemente atrevidas. Volver -> start =AVENTURA= ELIGE TU PROPIA AVENTURA NOTA ESPECIAL SOBRE LOS NINJA El antiguo arte practicado por los ninja se denomina ninjutsu, camino invisible o clandestinidad, y proviene de diversas fuentes, entre ellas las técnicas de lucha japonesa (bujutsu), las tácticas guerreras chinas, las prácticas místicas tibetanas y las religiones montañeras japonesas. Los clanes de las montañas perfeccionaron el arte y lo transmitieron en secreto de generación en generación. Los ninja vivían en comunidad y, por tanto, no se regían por el estricto código de conducta de los samurái; utilizando medios más sutiles, conseguían cosas que no podía alcanzar un samurái. El ninjutsu es también un arte marcial practicado tanto por los hombres como por las mujeres. El ninja posee muchas habilidades distintas. Cada ryu (escuela o tradición) tiene su propia mezcla de técnicas, que enseña el sensei (maestro) en el dojo (lugar físico donde se practican las artes marciales). El alumno puede especializarse en el combate con la mano desnuda, en el arte de la espada y en el uso de otras armas diversas. También aprende a moverse sin ser descubierto, a escalar muros y árboles o a confundir al enemigo con tácticas especiales. Algunos ninja utilizaban su arte únicamente en defensa propia y de sus pueblos, otros para realizar labores de espionaje y ataques de comandos, y algunos se convirtieron incluso en asesinos a sueldo. La mayor parte de las aventuras de este libro proceden de leyendas y creencias populares japonesas. Según la leyenda, los ninja aprendieron su arte de unos seres de la montaña llamados tengu, que también les enseñaron brujería, o kuji. Posiciones místicas de los dedos, trances e hipnotismo ayudan a los ninja a canalizar la energía. La mayoría de los ninja utilizan estas técnicas como parte de un sistema de vida espiritual, pero algunos hacen mal uso de ellas para manipular a otros. Empieza -> 1 =GLOSARIO= AIKIDO: Ai, armonía; ki, energía; do, camino. Disciplina de defensa personal que utiliza movimientos y giros, junto con el impulso del atacante, para neutralizar la agresión. BIWA: Instrumento de cuatro cuerdas parecido al laúd. BUJUTSU: Término general que engloba todas las artes marciales japonesas. DAIMYO: Señor feudal. DOJO: Lugar donde se practican las artes marciales. FUROSHIKI: Pañuelo grande utilizado para guardar y transportar las pertenencias personales. FUTON: Colchoneta gruesa y acolchada. GEN: Ilusión. Se dice que un sabio afirmaba que este mundo es gen, un teatro de marionetas. GOHEI: Vara sagrada utilizada por los sacerdotes montañeses. GORYO SHINKO: Práctica de edificar capillas o celebrar ceremonias para apaciguar a los espíritus vengativos. Se basa en la creencia de que, si una persona muere con resentimiento, su espíritu persigue a los vivos. HARAGEI: Especie de sexto sentido por el cual la persona tiene dominio de sí misma y está sintonizada a la energía interior. Hara es el centro de gravedad del individuo, un punto que está unos cinco centímetros por debajo del ombligo. JONIN: Jefe de un grupo de ninja. KAGINAWA: Gancho o arpón atado al extremo de una cuerda. KAMI: Espíritu, demonio o deidad. KARATE: Literalmente, «a mano limpia». Arte marcial en el que se emplean golpes y patadas. KIMONO: Especie de túnica, habitualmente de seda o algodón, que visten hombres y mujeres. KOTO: Instrumento musical de cordaje de seda parecido a una cítara. KUJI: Brujería ninja. Descrita a veces «corte de nueve dedos» o «nueve sílabas». Posiciones místicas de los dedos que canalizan la energía. KUSARI-FUNDO: Arma ninja; un par de porras cortas unidas mediante una cadena. MIKO: Monja o criada al servicio de una capilla; también, hechicera. NINJA: Experto en el arte del ninjutsu. NINJUTSU: «Arte del secreto» o «camino de la invisibilidad». Disciplina no convencional que conjuga artes marciales, armas especiales, técnicas de camuflaje y hechicería. ROJO: Ama de casa, mujer a cargo de los asuntos domésticos. RONIN: Literalmente, «hombre arrojado por las olas». Samurái independiente que carecía de amo y, casi siempre, de empleo estable. RYU: Escuela o tradición de artes marciales. SAIMINJUTSU: Hipnotismo ninja. SAKE: Vino de arroz japonés. SAKKI: Especie de sexto sentido o capacidad para detectar intenciones peligrosas; «la fuerza del asesino». SAMURAI: Guerrero feudal japonés. Los samurái eran la clase superior, seguida de los agricultores, los artesanos y, finalmente, los mercaderes. Los samurái eran también los administradores del estado. SENSEI: Maestro, sabio. SEPPUKU: Suicidio ritual, forma de muerte honorable para un samurái. SHUGSALIRO: Religión montañesa del Japón que incorpora prácticas ascéticas y magia. Se considera fundador del Shugendo a En no Ozunu, llamado a veces En no Gyoja. Los practicantes del Shugendo reciben el nombre de yamabushi. SHURIKEN: Plancha metálica arrojadiza, afilada, a menudo en forma de estrella. TATARIGAMI: Trance ritual. TENGU: Criaturas míticas que, supuestamente, instruyeron en su arte a los primeros ninja. A veces se los considera útiles aunque poco de fiar, y en otras ocasiones son tenidos por seres diabólicos. Los tengu son representados a menudo con narices o picos muy largos, cuerpos de ancianos con alas en la espalda, y garras o uñas muy desarrolladas. Llevan capas de plumas u hojas, viven en árboles en las montañas y, según cierta descripción, son el espíritu concentrado del principio del yin, u oscuridad. TENGU-BI: Luz de tengu, fosforescencia espectral que aparece entre los árboles de las montañas donde viven los tengu. TENGU KAZE: Viento del tengu, remolino de aire que levanta a las personas del suelo. YAMABUSHI: Literalmente, «el que reposa en las montañas». Sacerdote, asceta o mago seguidor del Shugendo. Volver -> start =1= Retumban los truenos y un relámpago cruza el cielo, tan poderoso que el firmamento parece a punto de caer hecho añicos. Corres a refugiarte, poniéndote a cubierto de la cortina de agua cuyas gotas te golpean con fuerza. La tormenta parece querer destruir todo cuanto hay bajo ella. Ya tras las puertas correderas del dojo, tu amiga Nada y tú, ambas empapadas hasta los huesos, contempláis la tormenta que descarga toda su furia. Un nuevo trueno tremendo estremece el edificio hasta sus cimientos. Pasa a la página 2. -> 2 =2= Nada te mira de reojo, como si dijera: «¿ves a qué me refiero?». Las dos os sentáis en el suelo con las piernas cruzadas, incapaces de apartar la mirada de la tormenta. —Es la tercera semana —murmura Nada—. Y estamos en la estación seca. Finalmente, los truenos y relámpagos dan paso a un chubasco suave y constante. Nada se pone en pie. —Te dejaré unas ropas secas —dice. Tú la sigues a una habitación donde tu amiga te entrega una toalla y un kimono. Mientras te secas y te cambias de ropa, rememoras la historia de tu amistad con Nada. Ya habías estudiado karate en California antes de acudir a pasar el verano en el Japón. Allí conociste a Nada y descubristeis que teníais muchas opiniones en común acerca de las artes marciales. Nada te inició en una disciplina nueva denominada aikido. Hace un año, te trasladaste a la ciudad de Kyoto para profundizar en el conocimiento del aikido. Nada y tú os hicisteis amigas íntimas y te entristeció mucho que Nada tuviera que volver al dojo de su familia, en Nara. De eso hacía tres meses, pero os habíais mantenido en estrecho contacto. Ahora, mientras te colocas el kimono y te dispones a compartir una taza de té con tu amiga, te preguntas por qué te ha llamado con tanta urgencia para que acudieras a Nara esa misma mañana. Pasa a la página 4. -> 4 =3= El sensei observa alternativamente tus ojos y los de Nada. Luego coloca las palmas de las manos sobre la mesa y dice: —Nada, desciendes de una larga estirpe de guerreros… aunque durante muchos siglos tus antepasados han practicado su arte en favor de la paz, no de la guerra. Yo soy ya demasiado viejo. Eres tú quien deberá hacer frente a este peligro. Nada responde al sensei con un movimiento de cabeza. —Así pues —dice el hombre, echándose hacia atrás al otro lado de la mesa—, ¿qué plan de acción consideras preferible? Se produce un silencio. La lluvia ha cesado y tú comentas: —Quizá deberíamos echar un vistazo a la espada y luego intentar seguir la pista de la persona que la ha enviado. —Un buen plan —asiente el sensei. —Hay otra opción —dice Nada, quien vacila antes de añadir—: He dicho que la presencia parecía muy antigua. Podríamos retroceder en el tiempo para descubrir su origen. El sensei observa a Nada con gesto serio. Tu amiga levanta la mano para indicarle que no siga hablando y añade, volviéndose hacia ti: —Más tarde te lo explicaré todo. De momento, digamos que es una posibilidad a tener en cuenta. Si consideras que debéis seguir la pista de quien ha enviado la espada, pasa a la página 78. -> 78 Si piensas que es una buena idea retroceder en el tiempo, pasa a la página 17. -> 17 =4= —Aquí han estado ocurriendo cosas extrañas —dice Nada mientras vierte agua caliente sobre las hojas machacadas en las tazas de té—. Las tormentas solo son una muestra de que algo no va bien. Hay otras señales de ello —con una varilla de caña, agita las hojas de ambas tazas hasta formar espuma en la superficie y luego te da una. La sostienes con ambas manos, dejando que se enfríe un poco. —Sin embargo, incluso si no hubiera tales señales, puedo percibir aquí una presencia extraña, nueva y, al mismo tiempo, muy antigua. Saboreas el gusto amargo del té y contemplas a Nada, que se encuentra al otro lado de la mesa baja. —Quizá deberías empezar por el principio. Nada cambia de posición, sentada sobre la alfombra de junco. —Hace un mes, empecé a notar que las cosas desaparecían y volvían a aparecer en lugares extraños. Luego hubo ruidos extraños, gemidos y risas. Ahora, esta semana, han aparecido los truenos. Por sí solos no demuestran nada. Es el sakki lo que me dice que hay una fuerza muy poderosa que desea destruirnos. —¿El sakki? —Una especie de sexto sentido que he adquirido a lo largo de mi aprendizaje, hace ya muchos años. Puedo notar una presencia que tiene malas intenciones. Pasa a la página siguiente. -> 5 =5= —¿Ha sucedido alguna cosa más en el periodo en que han aparecido estas señales? ¿Ha habido algún cambio en el dojo? ¿Ha llegado algún extraño? —No… Espera: Sí, ha llegado algo nuevo, pero no ha sido una persona sino una espada. La envió un donante anónimo indicando que era oportuno que la guardáramos aquí. No hemos sabido qué hacer con ella. —¿Tenía algo raro esa espada? —preguntas. —A decir verdad, no presté mucha atención. Como sabes, no soy amante de las armas, aunque debo reconocer que era hermosa. Recuerdo que, en efecto, enía unas marcas extrañas en la empuñadura. —¿Has comentado ya el asunto con el sensei? —Un poco, pero él se niega a creer que estemos amenazados. Sin embargo, ahora que estás aquí, le pediré que se una a nosotras Pasa a la página 8. -> 8 =6= Una fracción de segundo después de agarrar a Nada por el brazo y penetrar con ella en el bosque, surge un muro de llamas en el camino y cae una red en el lugar que ocupabais. Aparecen de la nada cinco ninja armados con toda suerte de espadas, machetes y mazas. Nada monta un arco cuyas piezas extrae del furoshiki y deja fuera de combate a dos ninja antes de que los demás localicen vuestra posición en los matorrales. Los ninja se dispersan, dos hacia la derecha y uno hacia la izquierda. Nada señala hacia la derecha con un gesto de cabeza, indicando que ella se ocupará de los dos de ese lado. Asientes y tu amiga desaparece. Encuentras un hueco en el terreno y te acurrucas en él. Te cubres con hojas y ramas y esperas al otro ninja. El pie de este queda junto a tu rostro. Lo agarras y lo derribas. Te incorporas y tratas de inmovilizarle, pero él logra ponerse en pie y desenvaina la espada. ¡Adviertes que es la espada del dojo de Nada! Contrarrestas su ataque con una llave de aikido, agarrando con la mano izquierda el brazo donde el ninja lleva la espada. Llevas su brazo hacia abajo, hacia tu derecha y volteas a tu adversario. La espada sale despedida a tu derecha mientras el ninja cae al suelo. Por un instante, titubeas entre asir la espada o evitar que el ninja se levante de nuevo. Si vas a por la espada, pasa a la página 18. -> 18 Si vas a por el ninja, pasa a la página 108. -> 108 =8= El sensei es un hombre flaco con unos pocos mechones de cabello canoso en la cabeza y la barbilla. Hace una reverencia cuando Nada te presenta y luego toma asiento ante la mesilla de té, con la espalda muy erguida, esperando que Nada hable. —Seguro que te has dado cuenta de lo que ocurre últimamente en el dojo —empieza a decir tu amiga. —Sí —responde el maestro con voz pausada—, pero ya hemos hablado de ello. En mi opinión, todo pasará si mantenemos la calma. —¿No has oído el trueno de hoy? —insiste Nada en tono impaciente. —Es cierto que en los malos tiempos una tormenta así hubiera sido considerada señal de guerra, pero… —el sensei se encoge de hombros. Nada se pone en pie. —Sensei, tenemos que hacer algo. ¡Aquí hay una presencia que quiere destruirnos! El sensei se vuelve hacia ti. —Seguramente, la madre de Nada podía ver el futuro cuando le puso ese nombre a su hija. ¿Sabes qué significa «Nada» en japonés? —¿No es la zona del mar más abierta y difícil, donde la navegación resulta peligrosa? —dices tú. —Exacto —asiente el sensei con una sonrisa—, pero algún día, quizá cuando también ella llegue a sensei, aprenderá por fin a tener paciencia. Pasa a la página 14. -> 14 =9= Lo siguiente de lo que eres consciente es que abres los ojos y estás de pie junto a Nada en medio de un arrozal. A ambos lados de donde os encontráis se levantan las empinadas laderas de unas montañas. —Vamos —dice Nada. —¿Cómo sabremos hacia dónde ir? —No lo sabremos —replica Nada, chapoteando hasta un terraplén. —¿A qué te refieres? —preguntas. —¿Cómo podríamos saberlo? No tenemos más que vagar y tarde o temprano encontraremos lo que necesitamos. —Entonces, ¿no tienes un plan? —insistes. —Lo tengo —dice ella—. Mi plan consiste en deambular sin rumbo hasta encontrar a alguien o algo que parezca saber algo. A regañadientes, sigues a Nada por el terraplén hasta un camino que corre al borde del valle. Hasta aquí. Nada parecía conocer perfectamente qué hacer en cada momento. Ahora empiezas a preguntarte dónde te has metido. Al final de los arrozales, el valle se estrecha. Todo está silencioso salvo el rumor de un arroyo. Os acercáis a un recodo del camino cuando unos gansos salvajes, sorprendidos, remontan el vuelo desde una charca. Te preguntas qué los habrá asustado. De pronto, sientes el impulso de apartarte del camino. Si decides agarrar a Nada y penetrar en el bosque, pasa a la página 6. -> 6 Si decides que estás demasiado nerviosa, pasa a la página 82. -> 82 =10= Sanchiro descarga la espada, que te golpea en el cuello… y la punta del arma se rompe. Él contempla incrédulo el arma, levanta la mirada hacia ti y, poco a poco, comprende lo que ha sucedido. De pronto, parece tremendamente asustado. Suelta la espada y huye entre los árboles. Te vuelves a Nada y dices: —Creo que les hemos dado una lección. Nada asiente: —Volvamos al dojo. FIN -> salir =12= —El kuji ha formado parte de mi instrucción —continúa Nada—. Es una especie de brujería que invoca ciertas fuerzas del universo. Cuando se empiezan a aprovechar esas fuerzas, la materia y el tiempo —que son los componentes del momento presente, empiezan a parecer muy frágiles y también muy fáciles de modificar. Es como aprender a abrir una puerta que ni siquiera supieras que existía. —Tendrías que comprender el principio del gen —dice el sensei. —Gen significa ilusión, fantasía —explica Nada—. Considera el mundo físico, incluidos nuestros cuerpos, como un conglomerado que puede disolverse y que así lo hará. Hay maneras de deslizarse entre sus grietas, si una sabe encontrar la vibración correcta de la materia y del tiempo. Sé que es una descripción muy general, pero profundizar con más detalle nos llevaría años. —Solo existe un problema con tu plan, Nada —dice el sensei—. Es demasiado peligroso. Hace años que no has practicado el kuji y sabes lo arriesgado que resulta viajar al pasado. —Pero es nuestra mejor solución —protesta Nada—. Con tu ayuda, creo que podremos salir adelante. —Al menos, podríamos tratar de saber algo más sobre ese kami, si se trata de eso, antes de arriesgarte a tal aventura — insiste el sensei. —¿Cómo? —preguntas. Pasa a la página siguiente. -> 13 =13= —Con el tatarigami —dice el maestro—. El trance. —Pero ni tú ni yo podríamos ser el vehículo —replica Nada al sensei. —Es cierto —reconoce este mientras vuelve los ojos hacia ti. —Es como estar hipnotizada —te explica Nada—. Se invita al kami a hablar por medio de ti para hacer saber sus deseos. Pero resulta tan peligroso como regresar al pasado, si no más. El kami puede tomar posesión de ti. —Pero podemos hacer que Tatsumo, el sacerdote del Shugendo, dirija el trance —replica el sensei. —Aun así, podría tratarse de un kami especialmente poderoso y… —Nada no llega a terminar la frase. Si decides acceder a someterte al trance, pasa a la página 54. -> 54 Si prefieres no hacerlo y quieres viajar directamente al pasado, pasa a la página 40. -> 40 =14= Una serie de luces verdosas del tamaño de puños, que parpadean sobre los cipreses del exterior, distraen tu atención. —¿Qué son? —preguntas. Cuando Nada y el sensei se vuelven a mirar, un relámpago surge de la nada y cae sobre el árbol más alto, partiéndolo en dos. El trueno que llega de inmediato os hace encoger instintivamente. Luego, solo hay silencio. El sensei parece aturdido. Nada está muy agitada. —¿Te has convencido por fin? —pregunta—. ¿Qué más necesitas? Ese era nuestro árbol sagrado. Tenemos que defendernos. El sensei asiente con la cabeza. —Tienes razón, Nada. No creía que tales cosas fueran posibles en estos tiempos: ¡truenos y rayos atacándonos! Se diría que hemos vuelto al tiempo de nuestros antepasados. —Quizá los tiempos de nuestros antepasados han avanzado hasta el presente. —¿A qué te refieres, Nada? —pregunta el sensei. —Como le decía a mi amiga, noto aquí una presencia extraña. El sakki me dice que es hostil. No sé cómo explicarlo. Puede ser un kami. —¿Qué es un kami? —preguntas. —Es parecido a un espíritu —explica Nada—. El espíritu nunca muere, solo vaga. Todas las personas y cosas tienen un espíritu y este puede filtrarse por el mundo que nos rodea. Si un kami nos molesta, es tarea nuestra descubrir qué quiere. Pasa a la página 3. -> 3 =16= Seguís un camino que asciende hacia las montañas. Por la tarde, llegáis a un pueblo de casas con techos de paja, semiocultas entre árboles. Sobre el pueblo reina el silencio. —Probablemente, todos están trabajando en los campos — susurra Nada. Por fin, encontráis a un anciano que os dirige hacia el sendero que asciende por la montaña hasta la casa de las hermanas Mikiaka, que son miko. Preguntas a Nada qué es miko. —Algunas miko son monjas que cuidan los templetes — responde tu amiga—. Otras son hechiceras. Incluso las hay ninja. El sendero termina junto a una humilde choza colgada en la ladera. Llamáis dos veces a la puerta y abre una mujer jorobada de cabello plateado como el acero. —¿Qué buscáis? —pregunta. —Perdonad, honorable miko, esperamos que puedas contestar a una pregunta —dice Nada. —No te quedes en el portal, hermana. Hazlas entrar —se oye decir a una voz. Refunfuñando, la anciana de la puerta se aparta y os deja entrar. Os recibe una mujer alta y de espalda recta con un cabello blanco impoluto. —Sentaos y tomad una taza de té. Me llamo Yukio y esta es mi hermana, Gin. —Es un honor —dice Nada con una reverencia, al tiempo que os presentáis. Muestras a las mujeres las marcas de la espada. —Tenemos entendido que sois miko —dices—. ¿Podéis indicarnos de dónde procede esto? Pasa a la página 27. -> 27 =17= —¿Cómo se puede viajar al pasado? —preguntas. —Bueno —dice Nada—, primero debo contarte algo. ¿Recuerdas que una de las cosas que nos unió fue el interés por ir más allá de las formas agresivas de bujutsu, en favor del aikido? Hablábamos de que el aikido proporcionaba un modo de aunar nuestras energías físicas, mentales y espirituales y de que aportaba un equilibrio interior que no solo nos daba un método de defensa propia, sino también un sistema de vida. En tu caso, lo que cambiaste por el aikido fue el karate. —Igual que tú —le interrumpes. —No es del todo así. Verás; mi familia ha sido un clan ninja desde hace muchos siglos y he recibido instrucción en ninjutsu. —¿Por qué lo dejaste? —En realidad, uno no lo deja nunca —responde—. Solo quise centrarme en el aikido. Sin embargo, es cierto que dejé de lado los instrumentos del ninjutsu. Tenía miedo de hallarme en un camino violento. Es la eterna cuestión: si se invierte demasiado tiempo en aprender técnicas de matar, se tiende a hacer uso de ellas. Quizá algún día reanude mi instrucción. Tu madre te ha contado muchas historias asombrosas sobre los ninja. Además del bujutsu, se consideraba a los ninja expertos en clandestinidad, en invisibilidad, incluso en magia. Siempre habías sentido una gran curiosidad por conocer más cosas del ninjutsu… ¡y ahora resulta que tu mejor amiga es una ninja! Pasa a la página 12. -> 12 =18= Recoges la espada y te enfrentas al ninja, que está en el suelo, mirándote. Notas como si estuvieras contemplando dos pozos sin fondo, sin vida. Intentas apartar la mirada, pero no puedes. Nada ataca, mientras tanto, a los otros dos ninja, pero tú estás paralizada. El ninja grita una palabra clave; sus dos compañeros huyen de Nada y se llevan a sus compañeros heridos en la retirada. Impotente, contemplas cómo tu adversario te quita de la mano la espada y escapa con sus compinches. Cuando se acerca a ver cómo te encuentras, Nada advierte inmediatamente tu estado. Mueve los dedos en una serie de signos de kuji y, poco a poco, tu sistema nervioso se recupera. —¡No dejes que huyan! —jadeas—. ¡Tienen la espada, la misma que fue enviada al dojo! Nada corre tras los ninja, pero regresa pronto. —¡Han desaparecido! —dice. Encontráis un lugar para acampar en el bosque. Allí os recuperáis de la lucha. Mientras cenáis un plato de arroz y verduras, discutís lo sucedido. —Deben habernos atacado tomándonos por otras personas —dices. —Sí —asiente Nada—. De lo contrario, no habrían dejado el trabajo sin terminar. —Al menos, sabemos quién tiene la espada —añades—. Supongo que lo único que podemos hacer mañana es intentar descubrir de dónde proceden estos ninja. Pasa a la página siguiente. -> 19 =19= Por la mañana, continuáis camino abajo. Como casi todos los senderos del Japón feudal, el que atraviesa el valle es estrecho, pensado sobre todo para viajar a pie o a caballo. Unos kilómetros después entráis en un valle más amplio y vadeáis un río ancho y poco profundo. En la otra orilla, el camino termina en una bifurcación. A la izquierda, las montañas se levantan a lo lejos: a la derecha, el valle se ensancha. Nada y tú os dirigís al punto de la intersección. —No sé qué camino será mejor tomar —dice Nada—. Elige tú. Si tomas el camino de la izquierda, hacia las montañas, pasa a la página 16. -> 16 Si tomas el de la derecha, hacia el valle, pasa a la página 31. -> 31 =20= —Quizá puedan ayudarnos los tengu —dices. —Sí, pueden ayudaros —asegura Gin—. Pero: ¿querrán hacerlo? Igual prefieren devoraros. Gin os lleva al exterior y señala hacia una montaña lejana. —Sé que ahí arriba viven los tengu. Uno, Xenglu, es especialmente razonable. Os mostraré un camino secreto que os conducirá hasta un puente sobre un desfiladero. Buscad allí las tengu-bi que aparecen en la cumbre. Das las gracias a Gin y a Yukio, te encaminas con Nada hacia el sendero y llegáis al puente. —Es mejor que pasemos de una en una —dices. Tú cruzas primero. Tienes que agarrarte a las cuerdas con ambas manos para mantener el equilibrio. Cuando llegas al otro lado. Nada empieza a pasar. Una sombra alada vuela sobre ti. Levantas la mirada y ves algo parecido a un pájaro enorme describiendo círculos. Cuando se lanza hacia Nada, descubres asombrada que tiene un rostro enrojecido y arrugado, una nariz larga y un cuerpo humano. ¡Es un tengu! El tengu hinca sus garras en la espalda de Nada y empieza a llevársela. Nada se coge desesperadamente de las cuerdas del puente. ¿Qué puedes hacer? Si decides lanzarte a liberar a Nada, pasa a la página 23. -> 23 Si hechas mano de un shuriken, pasa a la página 103. -> 103 =22= Sigues a Nada por la puerta secreta. Os encontráis en un pasadizo largo y estrecho. Tanteáis en silencio el camino en la oscuridad. Llegáis a una encrucijada. Podéis palpar cuatro posibles caminos. Un leve ruido a vuestra derecha os atrae hacia esa dirección. Seguís el pasadizo, que termina de pronto. Palpáis los muros. —He encontrado algo —susurra Nada momentos después— . Puedo tocarlo. Creo que es el último peldaño de una escalera de cuerda. Nada levanta la mano, ase el final de la escala y empieza a subir por ella. —¡Espera! —dices—. ¿No crees que hay algo extraño en todo esto? —¿A qué te refieres? —dice Nada. —Siempre aparecen pistas para mantenernos sobre el rastro. Es como si lo que tenemos delante quisiera que lo siguiéramos, y nos estuviera tendiendo un anzuelo. Creo que quizá nos están siguiendo a nosotras, en lugar de lo contrario. —Quizá tengas razón —asiente Nada—, pero ya estamos tan cerca que no quiero perderlo. —Apuesto a qué nos está esperando ahí arriba —te opones—. Entonces nos tendrá donde quería, y no podremos escapar. —Sí, pero tenemos la ventaja de saber que es una trampa. Podemos pensar una estratagema. Si accedes a seguir adelante y subir la escala, pasa a la página 96. -> 96 Si le dices a Nada que quieres probar un camino distinto, pasa a la página 100. -> 100 =23= Corres al puente y empiezas a arrancar las garras del tengu de la espalda de Nada. El tengu se echa a reír y te aparta golpeándote con un ala, para salir volando después con Nada. Tienes que asirte a las cuerdas del puente para no caer. Consigues sostenerte sobre el puente y llegar a tierra firme. Tu único pensamiento es encontrar a Nada y rescatarla de las garras del tengu. Empieza a caer la oscuridad. Continúas adelante. La penumbra va cerrándose lentamente a tu alrededor y pronto te encuentras tanteando la marcha entre sombras mohosas. De la cumbre de la montaña llega un rumor. Entre las ramas de los árboles, alcanzas a ver una extraña luz azulada que parpadea entre las copas, más arriba de tu posición, a tu derecha. «Un tengu-bi», te dices. Apresuras el paso pero, de pronto, un ruido entre los árboles capta tu atención. Parece increíble, pero lo que oyes es un koto, un instrumento de cuerdas de seda parecido a una cítara. Jamás has escuchado una música tan hermosa y misteriosa. Parece surgir de las estrellas y los árboles. Te preguntas si el que toca esa música te podrá ayudar frente a los tengu. Si te diriges hacia donde suena la música del koto, pasa a la página siguiente. -> 24 Si decides continuar en pos del tengu-bi, pasa a la página 110. -> 110 =24= Apartas unas ramas y arbustos, abriéndote paso entre los árboles hacia la música. Cuando estás más cerca, observas una llamita que arde sobre la copa de los árboles frente a ti. Llegas al borde de un claro, donde descubres una escena asombrosa: un círculo de yamabushi de ojos resplandecientes están bailando en torno a un fuego, bebiendo sake y comiendo pescado y arroz. Uno de los yamabushi te observa y te hace gestos para que te acerques. Empiezas a decir: —Solo quería preguntaros… —Luego habrá tiempo para las preguntas —te interrumpe el yamabushi, incorporándote al círculo—. Ahora es momento de bailar. Ven a bailar con nosotros. La música cesa y empieza entonces una canción diferente, más lenta. —¡Baila! —exclama el yamabushi con voz autoritaria. Si decides bailar, pasa a la página 95. -> 95 Si decides escapar enseguida, pasa a la página 114. -> 114 =26= —Me alegro de que lo pasaras bien con mis amigos de anoche —dice el tengu con una chispa en la mirada—. ¡Sobre todo, nos encantó tu baile! —Estuvimos allí bajo el aspecto de yamabushi —explica Nada—. Fue una actuación excelente… por fortuna para mí, ya que si no hubieras decidido participar, Xenglu me habría retenido aquí como su esclava el resto de mis días. —Una verdadera lástima —dice Xenglu—. Nos hemos llevado muy bien. Nada me ha hablado del ninja con el que combatisteis. Un hombre que, lamento decirlo, aprendió sus poderes de mí. —El nombre del ninja es Sanchiro Miyamotori —dice Nada—. Mi familia y los Miyamotori fueron enemigos durante mucho tiempo. Según Xenglu, el kami de Sanchiro ha estado molestando nuestro dojo. Ha lanzado una maldición sobre nuestra familia. —Yo le di la espada —replica Xenglu—. Cuando le quitemos su poder, la maldición quedará rota. He aquí lo que debéis hacer: Os reuniréis con Sanchiro en un camino. Iréis vestidas de campesinas. Sanchiro os pedirá que os apartéis de su camino. No os mováis; dejad que descargue su espada sobre vosotras. —Es hora de que nos vayamos —dice Nada. Volviéndose hacia Xenglu, añade—: Me alegro de haberte conocido, pero también me alegro de marcharme. Adiós. Pasa a la página 30. -> 30 =27= —Las marcas son algún tipo de anagrama. Venga de donde venga, es malo —dice Gin. —Creemos que pertenece a algún ryu, algún clan ninja — explica Nada. —En efecto, se parece al emblema de los Miyamotori —dice Yukio—, pero me temo que no podemos ayudaros más. Os diré qué podéis hacer. Ahí, en la montaña, vive un anciano yamabushi, Gyoja. Estoy segura de que él podrá deciros… —No, no —la interrumpe Gin—. Si queréis saber de los ninja, debéis buscar al tengu de la montaña. Los ninja recibieron su arte de los tengu. —Esa idea es terrible —protesta Yukio—. Debéis evitar a los tengu. Les gusta hacer trampas. —¿Qué es un tengu? —le susurras a Nada—. ¿Y qué es un yamabushi? —Un yamabushi es un sacerdote de las montañas —explica Nada—. Un tengu es una criatura que parece un viejo con un pico muy largo y alas, y que conoce profundamente la magia. —¡Los tengu son muy difíciles de tratar! —exclama Yukio— . Incendian las casas, se comen a los niños y engañan a los monjes budistas. Yo iría a ver a Gyoja. —Pueden ser poco de fiar —reconoce Gin—, pero saben mucho acerca de los ninja, y se ha comprobado que han ayudado a algunas personas. Si decides ir en busca del tengu, pasa a la página 20. -> 20 Si decides intentar encontrar a Gyoja, pasa a la página 44. -> 44 =28= —Supongo que estoy en minoría —replica Nada con resignación. Emprendéis la marcha, encabezados por el samurái, que dice llamarse Sashami. Le seguís a través del pueblo abandonado y, por último, salís a otro camino más ancho que parece ser la ruta principal. —Aquí estaremos a salvo —dice Sashami—. Los yakuzi permanecen lejos de vías como esta. Cuando os ponéis en marcha de nuevo, oís unas voces a vuestra espalda: —¡Abajo! ¡Agachaos! Se acerca un cortejo. Sashami y Nada se postran de inmediato a un lado del camino y tú haces lo mismo. Echas un vistazo a hurtadillas mientras pasan los samurái a caballo, con sus porteadores y sirvientes. En medio del cortejo va un palanquín portado por dos hombres, y en su interior el daimyo, o señor. La procesión se detiene y se acercan dos samurái: —El daimyo quiere veros —dicen. Pasa a la página 58. -> 58 =30= —Adiós —dice Xenglu, triste. Agita las alas y un nuevo torbellino os envuelve, elevándoos por encima de la montaña hacia el otro lado de la sierra. —Es un tengu-kaze —explica Nada—. Un viento de tengu. El tengu-kaze os deposita, vestidas ahora con ropas de campesinas, en el camino del amplio valle al pie de las montañas. —¡Cuidado, estúpidas campesinas! —exclama una voz a vuestra espalda. Os volvéis lentamente hacia Sanchiro Miyamotori, vestido con una armadura de ninja. —¡He dicho que os apartéis de mi camino! —brama. Continuáis inmóviles. Sanchiro desenvaina la espada. De pronto, temes que esta sea la última broma de Xenglu: entregaros en bandeja a Sanchiro. Si decides agarrar a Nada y apartaros del camino, pasa a la página 73. -> 73 Si sigues dónde estás, pasa a la página 10. -> 10 =31= En los pueblos del camino nadie parece saber nada de los ninja. Entonces llegáis a una aldea triste y anónima en las montañas. La gente parece asustada cuando preguntáis por la espada. —Hablad con Hitoshi —dicen. Por la tarde encontráis a Hitoshi, un joven delgado. Describís el aspecto de los ninja que os atacaron y preguntáis a Hitoshi si los ha visto. —Les habéis encontrado —replica Hitoshi mientras señala hacia un valle más arriba de la aldea—. Viven en un castillo. Pero no llegaréis nunca sin ayuda. Yo os puedo llevar… si me pagáis. —Te pagaremos, pero solo cuando tengamos el castillo a la vista. Hitoshi medita el acuerdo y, por fin, asiente. —Debemos esperar a que oscurezca —dice. Os lleva a un lugar resguardado—. Quedaos aquí hasta que vuelva a buscaros al caer la noche. Cuando Hitoshi se ha marchado, te vuelves hacia Nada y le dices: —No confío en él. ¿Y tú? —No mucho —reconoce—. Pero no sé qué otra cosa podemos hacer. —Ha señalado hacia dónde está el castillo —dices—. Quizá podríamos encontrarlo nosotras. —Lo dudo —replica Nada—. Estoy segura de que habrá muchas trampas y obstáculos. No es fácil seguir a un ninja. Si insistes en buscar el castillo sin ayuda, pasa a la página 47. -> 47 Si decides que es mejor esperar a Hitoshi, pasa a la página 50. -> 50 =33= Te acercas lentamente al pozo, atenta a cualquier anormalidad. Parece seguro, de modo que te agarras con fuerza al brocal, te asomas al hueco y miras hacia abajo. Te sorprende lo que ves: no son rostros fantasmales, sino una mujer joven peinando su largo cabello negro ante un tocador. El movimiento del peine tiene algo de hipnotizador. La mujer te mira y sonríe. El corazón te da un vuelco. Te sientes atraída hacia el pozo, incapaz de apartar la vista de sus ojos. Pierdes el sentido del equilibrio. Caes al pozo y te sumerges en sus frías aguas. Sales a la superficie entre jadeos y luchas por mantenerte a flote. Por fortuna, llevas a la cintura los instrumentos de escalada ninja: una cuerda y una escala de bambú con ganchos. Encuentras una grieta en las paredes del pozo, introduces un clavo y empiezas a ascender. Estás a medio camino cuando, desde el agua, una voz dice: —Espera, no te vayas todavía. Rescátame de este pozo, por favor. Miras hacia abajo. Bajo el agua distingues un viejo espejo. Sin embargo, ya estás agotada por tu ascensión y te preguntas si se tratará de otro truco del fantasma del pozo. Si decides volver a por el espejo, pasa a la página 41. -> 41 Si decides seguir subiendo, pasa a la página 48. -> 48 =34= Cargas con Nada y la transportas hacia el poblado. Una anciana que pasa pregunta: —¿Qué le ha sucedido a tu amiga? Vacilas un instante, preguntándote si puedes confiar en la mujer, y luego dices: —Está herida. Por una espada. ¿Conoces a alguien que pueda atenderla? —Yo misma —dice la anciana—. Ven conmigo. La sigues hasta una choza oculta de la vista del camino. Te dice que se llama Nikkya y que es viuda. Dispone un rincón para Nada en la choza y luego te hace salir de ella. —Déjame ver la herida —murmura. Después del examen, la anciana anuncia: —La herida es grave, pero creo que podré curarla. Tendrá que quedarse aquí unos días. Iré a buscar lo que necesito. Mientras Nikkya está ausente, Nada consigue susurrarte: —Solo nos queda una esperanza. Puedo entregarte algunos de mis poderes. Debes ir al castillo e intentar descubrir a quién pertenece la espada y qué está provocando esos ataques al dojo. Pero tienes que irte enseguida, pues solo conservarás mis poderes breve tiempo. Asientes con la cabeza. Con las pocas fuerzas que le quedan, Nada clava su mirada en tus ojos y te hipnotiza. Cuando despiertas, te dice, antes de perder el sentido: —Ve pronto. No te preocupes por mí. Nikkya me ayudará. Pasa a la página 38. -> 38 =35= Con las últimas fuerzas que te quedan, logras separar las manos y rompes así el hechizo. La gohei cae y todo queda a oscuras. Cuando abres los ojos, te sorprende encontrarte molida a golpes en un rincón de la estancia. Nada y el sensei tratan de inmovilizarte contra el suelo mientras Tatsumo te aplasta por la espalda. Cuando observan que has salido del trance, aflojan su esfuerzo. Estás bañada en sudor. —No te levantes —dice Tatsumo, aplastándote de nuevo contra el suelo—. Quédate quieta. Luego empieza a frotarte las piernas, mientras el sensei hace lo mismo en los brazos. —¿Cómo pudiste liberarte? —pregunta Nada. —No lo sé. Me di cuenta de que debía hacerlo antes de que fuera demasiado tarde. —Magnífico —añade ella. —Sí —confirma Tatsumo—, estabas atrapada por un kami muy poderoso. Has tenido mucha suerte de poder escapar de él. —¿Qué hemos descubierto? —preguntas. —Lo suficiente para convencerme de que debemos viajar al pasado para rastrear el origen del kami —dice Nada—. Al parecer, has estado poseída por el kami de un guerrero que fue enemigo de un antepasado mío e intenta llevar a cabo una maldición sobre mi familia. —Así pues, debemos viajar al pasado para descubrir cuál es esa maldición y para intentar apaciguarla —comentas. —Exacto —asiente el sensei—. Pero antes tendrás que prepararte durante unos días. Pasa a la página 66. -> 66 =36= Pronto escuchas a Sanchiro ocupar su lugar en el estrado, a la cabecera de la sala. —¿Ha llegado el espía? —pregunta—. Excelente. Hacedle pasar. Un minuto más tarde, Sanchiro añade: —¿Y bien, qué noticias me traéis de los Kurayama? —Novedades muy importantes —comunica el espía a Sanchiro. Tú escuchas sus palabras con gran atención—. Dana Kurayama se dirige hacia aquí para luchar contigo. Dice que no puede permitir que sigas aterrorizando el país. —¡Bravo! —exclama Sanchiro, burlón—. Me alegro de que mi viejo enemigo venga a enfrentarse conmigo. Mañana nos encontraremos y, allí donde lo hagamos, iniciaremos la batalla. Continúas escuchando pero no vuelve a mencionarse para nada la espada de Dana Kurayama. Sanchiro despide al espía y a sus otros lugartenientes. Solo quedáis tú y los guardianes hipnotizados en la salita anexa. Intentas tomar una decisión sobre qué hacer. La confrontación del día siguiente entre Sanchiro y Dana, el antepasado de Nada, puede revelar la clave del misterio, pero dudas sobre si esperar o no a que llegue ese momento. Quizá deberías enfrentarte a Sanchiro tú misma, ahora, mientras está solo. Si decides abrir la puerta corredera y enfrentarte a Sanchiro, pasa a la página 71. -> 71 Si decides seguirle mañana cuando salga al encuentro de Dana Kurayama, pasa a la página 42. -> 42 =37= No tienes idea de qué puede impulsar a la espada a moverse como lo hace, aunque comprendes que no eres tú quien la mueve realmente, sino el kami. Bajas la espada, la llevas hacia atrás y lanzas un golpe en redondo, con el arma horizontal al suelo. Nada cae, herida, y tú te echas hacia atrás. De pronto, las fuerzas abandonan tu cuerpo como un torrente que fluyera de tu interior. El conocimiento que poseías hace un instante ha desaparecido. Llena de horror, comprendes por fin qué ha sucedido. El kami está abandonando tu cuerpo, victorioso. Nada está muerta y tú pronto te verás acusada de asesinato. FIN -> salir =38= Corres hasta el lugar bajo los cedros. Escoges los instrumentos de ninjutsu que consideras necesarios y regresas al valle que señaló Hitoshi. De pronto, aparece el castillo a lo lejos. No puedes creer que hayas llegado a él tan pronto. Das la vuelta por la parte posterior del castillo y te atas las garras de escalada en las manos y los pies. La larga subida por los muros del castillo te lleva al interior del recinto, pero todavía tienes que alcanzar la torre principal del castillo. Te mueves por los patios exteriores con pasos fantasmagóricos, ocultándote en las sombras. Cuando llegas al recinto interior, lanzas una kaginawa hacia una de las ventanas superiores. El gancho queda fijado en el repecho de la ventana y empiezas la ascensión. Antes de asomarte, te detienes y escuchas atentamente. No se oye ningún ruido en el interior, de modo que te encaramas al alféizar y entras en la habitación. Ya dentro, esperas unos instantes, atenta a los ruidos de fondo del castillo, bastante lejanos. Satisfecha de no tener a nadie cerca, empiezas a registrar la estancia. La sala está llena de equipo de combate ninja, ¡y ahí está la espada! Tu primer impulso es huir con la espada, pero luego te preguntas si no deberías quedarte a espiar lo que sucede en el castillo, para poder llegar así al fondo del misterio. Si tomas la espada y huyes, pasa a la página 113. -> 113 Si decides quedarte a espiar, pasa a la página 49. -> 49 =40= —Creo que deberíamos ir al pasado —dices—. Pero ¿cómo podré ir con vosotros? —Mediante el saiminjutsu —responde el sensei—. Se parece al hipnotismo, pero es más poderoso. —¿Cómo sabremos el lugar y el momento del pasado adonde debemos dirigirnos? —preguntas. —Puede que las marcas en la espada nos ayuden — responde Nada—. Las copiaremos para llevarlas con nosotras, pero no se trata de ajustar el viaje como haríamos con un reloj. Será la presencia del kami y la espada lo que nos guíe. —Antes de partir —interviene el sensei—, tendrás que hacer algunos preparativos. Tendrás que aprender algunas técnicas básicas del ninjutsu. También tendrás que aprender los usos y costumbres del pasado para que no parezcas demasiado extraña en esa época. Pasas la semana siguiente preparándote para iniciar tu búsqueda en el pasado. Durante el día te entrenas en ninjutsu con Nada y el sensei; por la noche, estudias historia del Japón. El sensei confecciona ropas que os permitan pasar por carpinteras, lo cual os permitirá viajar por los caminos, ya que los agricultores no están autorizados a abandonar las tierras que trabajan. El sensei también os proporcionará sendos furoshikis para envolver en ellos vuestro equipo. Por fin, llega el día. Nada te hace sentar en un banco del dojo. Tras meditar juntas, tu amiga se coloca frente a ti y fija los ojos en los tuyos. Mediante las técnicas del saiminjutsu, te hace contar con ella: «Nueve, ocho, siete, seis…» Pasa a la página 9. -> 9 =41= Empiezas a bajar por la escalera. Mientras desciendes, la voz dice: —Me llamo Yayoi. Iba de peregrinación con mi ama, una mujer comerciante del valle. Durante la marcha, mi ama rompió una vasija y, temiendo que su esposo la castigara, me echó a este pozo y dijo a todo el mundo que yo había robado la vasija y que, roída por los remordimientos, me había suicidado saltando al pozo. —Mi alma está en ese espejo —continúa la voz de Yayoi mientras alcanzas el final de la escala—. Si lo sacas del pozo, quedaré liberada. Además, puede que el espejo os sea de ayuda. Te sumerges en el agua y rescatas el espejo. Lo colocas bajo el brazo y empiezas la larga ascensión. Cuando llegas a la superficie estás agotada. —¡Así que has vuelto! —exclama Nada—. ¿Qué has estado haciendo en el pozo? Yukio nos ha dicho dónde estabas. Entregas el espejo a Nada y caes al suelo, exhausta. —He rescatado un fantasma —dices cuando recuperas el aliento. Relatas lo sucedido y añades—: El fantasma ha dicho que el espejo nos ayudaría. —Espero que no estés hechizada —comenta Nada. Un instante después, la oyes exclamar—: ¡Eh, mira esto! Te incorporas hasta sentarte. Nada contempla el espejo. En él, puedes ver a los cinco ninja que os atacaron, mandados por el de la espada. —¡Están en el camino que lleva al valle! —dice Nada—. ¡Vámonos! Pasa a la página 76. -> 76 =42= Esperas a que Sanchiro se vaya y sales de tu escondite. Regresas a la sala donde estaba la espada, pero alguien se la ha llevado ya. Decides que es demasiado arriesgado buscarla, te descuelgas por la ventana y regresas sana y salva al bosque que rodea el castillo. Logras dormir un poco durante la noche. Llega la mañana y te ocultas entre los árboles, a la espera de que aparezca Sanchiro. Cuando lo hace, le oyes comentar algo sobre regresar en cuanto acabe con los Kurayama. Sigues los pasos de Sanchiro por el camino que lleva al pueblo. Antes de llegar a él, Sanchiro es sorprendido por otro ninja oculto en la espesura. Debe ser Dana. No puedes oír lo que dialogan mientras se colocan uno frente a otro, pero les ves apartarse del camino en dirección a un claro del bosque. Avanzas en silencio hasta el borde del claro a tiempo de verles arrodillarse frente a frente, hacer una reverencia, incorporarse y empezar la lucha. Esta dura apenas unos minutos. Kurayama sale victorioso. Penetras en el claro. Cuando Kurayama advierte tú presencia, desaparece entre los árboles. Después oyes a Sanchiro pronunciar sus últimas palabras con un jadeo. Te aproximas aún más. ¡Está murmurando una maldición contra la familia Kurayama! Comprendes entonces que esta es la fuente de los males ocurridos en el dojo. También aprecias que, con los poderes de Nada, tienes la posibilidad de contrarrestar la maldición. Para ello invocas una serie de signos kuji que la anulen. Después, te diriges apresuradamente hacia el pueblo dónde está Nada. FIN -> salir =44= —Probablemente, es más seguro encontrar a Gyoja — comentas. —Seguro que sí —asiente Yukio. —No es más que un monje anciano —añade Gin~. No podrá ayudaros ante los ninja. —Volved al pueblo —os ordena Yukio—. Encontraréis un camino detrás del cedro más alto. Ese camino lleva montaña arriba hasta un monasterio abandonado. Gyoja duerme allí en ocasiones. Si no le encontráis, podéis pasar la noche allí. Por la mañana, podéis buscarlo montaña arriba. Nada y tú asentís con una reverencia y agradecéis a las monjas su colaboración. Cuando ya os marcháis, Yukio grita: —¡Ah, había olvidado deciros que… que no os aproximéis al pozo del monasterio, pues está abandonado! ¡Buena suerte! Nada sigue tus pasos camino del pueblo, donde localizáis el sendero detrás del cedro y empezáis la nueva ascensión a la montaña. El sendero se retuerce entre riscos y cañadas hasta una meseta llana por la que llegáis por fin al monasterio. La maleza se ha apoderado del lugar y las paredes están cuarteadas. No hay rastro de Gyoja, de modo que Nada y tú os preparáis para dormir. —Es un lugar fantasmagórico —comentas. Por la mañana, el monasterio parece más alegre. Recorres el edificio mientras Nada prepara el desayuno y encuentras un viejo pozo de piedra. No tiene aspecto de estar hechizado, piensas. Si decides echar un vistazo, pasa a la página 33.-> 33 Si decides no hacerlo, pasa a la página 109. -> 109 =45= Cierras los ojos e intentas relajarte y dejar que tu mente vuelva al sueño. —No sé… Quería que reconocieras que has hecho algo mal. Buscaba una disculpa. —¿Una compensación de algún tipo? —Más bien una especie de… de ofrecimiento: hacer las paces. —¡Claro que sí! —responde Nada—. Deberíamos haberlo comprendido hace mucho tiempo. El kami, que fue la causa de la muerte de mi antepasado, desea un templete. —¿Un templete? —repites, abriendo los ojos. —Creo que Nada tiene razón. La solución es construir un pequeño templo —asiente Tatsumo—. Es el concepto de goryo shinko. Si una persona, en especial un guerrero, muere lleno de resentimiento, su espíritu busca la venganza. Recuerda que, durante el trance, nos has dicho que el kami pertenecía a un guerrero que juró vengarse mientras moría a manos de uno de los antepasados de Nada. Ahora, el kami ha reaparecido para cumplir el juramento. Sin embargo, si levantamos un templete su ira se aplacará. —Resulta extraño —murmuras—. Construir un templete dedicado a tus enemigos. —Puede que lo parezca —dice Nada—, pero es algo muy frecuente. —Lo siento —añade el sensei— pero habremos de tenerte bajo vigilancia hasta que la obra esté completada. Asientes, comprensiva. Sin embargo, ya notas que el veneno del kami empieza a desaparecer y que vuelves a ser tú misma. FIN -> salir =47= —Creo que no podemos fiarnos de Hitoshi —insistes. —Podemos intentar encontrar el castillo —dice entonces Nada, a regañadientes—. Pero si no tenemos suerte, volveremos aquí y le daremos una oportunidad a Hitoshi. Nada y tú regresáis al pueblo y encontráis un camino que sube hasta el valle angosto que Hitoshi había señalado. El camino se bifurca enseguida, y vuelve a hacerlo una y otra vez. Debemos tener mucho cuidado de señalar el camino que estamos tomando —empieza a decir Nada— pues, de lo contrario, quizás nunca salgamos… De pronto, algo os agarra por los pies y os levanta en el aire. Antes de que comprendáis qué sucede, os encontráis suspendidas cabeza abajo entre dos árboles, con una cuerda anudada a los tobillos. —Bueno —murmura Nada—, supongo que, por lo menos, ya no tenemos que preocuparnos por ir marcando el camino. FIN -> salir =48= Miras hacia abajo y piensas que por nada del mundo volverías al fondo del pozo. Además, el fantasma ya te ha engañado una vez. Continúas la lenta y penosa ascensión pero, cada vez que levantas la vista, el borde del pozo parece estar a la misma distancia. Tus músculos están al límite de su resistencia. Muy remota, como si viniera de otro mundo, oyes la voz de Nada llamándote. Sin embargo, no te quedan fuerzas para responderle. De hecho, no te quedan fuerzas ni siquiera para mantenerte asida de la escala y, poco después, caes de nuevo al agua. FIN -> salir =49= Inspeccionas la sala y te adentras en ella sin hacer el menor ruido. Avanzas por el pasillo comprobando cada una de las habitaciones. En una de ellas haces un descubrimiento: un manuscrito que describe las hazañas del propietario del castillo, Sanchiro Miyamotori. De alguna manera, sabes que los Miyamotori fueron enemigos permanentes de la familia de Nada, los Kurayama. Escuchas unos pasos en la sala y quedas paralizada. Das un gran salto y te cuelgas de una viga. Dos hombres entran y uno de ellos dice: —Será mejor que volvamos a la cámara del jonin. Pronto estará de regreso. Cuando la puerta se cierra, te dejas caer al suelo y decides seguir a los dos hombres. Estás segura de que Sanchiro es el jonin. Sigues a los dos hombres por los pasillos del castillo como una sombra. Por fin, llegan a la entrada de la cámara de Sanchiro, que está guardada por otros dos centinelas. Cuando los dos primeros hombres dejan atrás a los centinelas, te haces visible delante de estos. Ambos avanzan para atacarte, pero levantas la mano y les inmovilizas con la mirada. Pasas a la salita anexa, a la izquierda de la cámara, y abres la puerta corredera. Los dos hombres a los que seguías, junto a otros dos, se vuelven a mirarte. Antes de que puedan moverse, les hipnotizas con una serie de signos kuji. Cierras la puerta corredera, te sientas al lado de los hombres y aguardas la llegada de Sanchiro. Pasa a la página 36. -> 36 =50= Os instaláis bajo los cedros a la espera de que Hitoshi regrese. Poco a poco, anochece. Nada y tú permanecéis muy quietas, atentas a cualquier sonido que se acerque. —Escucha —dice Nada. —¿Qué? —De pronto, los insectos han callado… Sin embargo, el aviso llega demasiado tarde. El ataque llega por detrás. Un golpe en la cabeza te derriba, pero reaccionas inmediatamente y ruedas por el suelo para escapar de la cadena en la que pretende enredarte el ninja que os ha atacado. Te pones en pie de un salto y te colocas en posición defensiva, con el cuerpo tan agachado que puedes observar la silueta del atacante recortada contra las estrellas. El ninja amaga con la cadena y luego lanza un puntapié directo contra tu cabeza. Logras evitar el pie antes de que te golpee y lanzas tu pierna izquierda en un gran arco, golpeándole en la pierna que tiene levantada y derribándole al suelo. El ninja se pone en pie de un salto y desaparece entre los árboles. Nada está tendida en el suelo a unos pasos de ti, gimiendo. Corres a su lado. —Supongo que tenías razón respecto a Hitoshi —dice entre gemidos—. Él nos ha metido en esto. Es evidente que querían tomarnos prisioneras o nos habrían matado aquí mismo. Hemos tenido suerte de librarnos de ellos, pero he recibido una herida de espada. Tendrás que continuar sin mí. —Primero, tenemos que conseguir ayuda para curarte — insistes. Pasa a la página 34. -> 34 =52= Esperáis a que los dos últimos jinetes yazuki estén justo debajo y saltáis desde las ramas. Sin embargo, tú no calculas la distancia tan bien como Nada y, al saltar, haces el suficiente ruido para que uno de los samurái levante la vista a tiempo de verte caer y, en el último segundo, consigue apartarte de un golpe. Caes al suelo. Tu último pensamiento mientras desciende la espada del samurái es que Nada consiga escapar de algún modo y terminar ella sola la misión. FIN -> salir =53= Entras en trance dejando campo libre a la fuerza desconocida que está utilizando tu cuerpo, aunque no eres capaz de distinguir qué está sucediendo en la realidad y qué está pasando solo en tu cabeza. Pronto lo descubres. Cobras conciencia de un dolor agudo en tu cuerpo. Poco a poco, adviertes que el dolor se debe a los golpes que recibes de Nada y del sensei… y te das cuenta de que estás devolviéndoselos. Sientes un odio terrible hacia el sensei y, sobre todo, hacia Nada. Pero ahora la tormenta parece remitir. Tu rostro se relaja. Nada y el sensei parecen aliviados. Tatsumo se inclina sobre ti y te golpea la espalda, aparentemente para poner fin al trance. —¿Te encuentras bien? —pregunta Nada. —Sí —respondes—. Todo ha terminado. —Afortunadamente —añade Nada—. Has estado bajo el poder de un kami muy poderoso que nos ha atacado. No hemos podido hacer nada más para controlarte. —¿Habéis descubierto algo? —preguntas. —Gracias a ti hemos descubierto que se trata del kami de un guerrero que vivió en la época feudal de Nada. Uno de sus antepasados le mató y el guerrero juró vengarse mientras agonizaba. —Estoy más convencida que nunca de que debemos viajar al pasado —dice Nada—. Sin embargo, ahora necesitas descanso. Mañana discutiremos el plan de acción. Asientes con la cabeza. Pasa a la página 56. -> 56 =54= —Yo me someteré al trance —dices. El sensei llama a Tatsumo. Este llega pronto y ordena que traigan a la estancia dos bancos. Él toma asiento en uno y te indica que hagas lo mismo en el otro. Nada y el sensei se colocan algo apartados. —Cierra los ojos —dice Tatsumo— y deja la mente en blanco. Sujétate las manos delante del cuerpo. Respira desde la cintura. Borra de tu mente todo cuanto puedas; déjala vacía. Ahora —prosigue Tatsumo—, abre los ojos y fíjalos en los míos. Fíjalos en un punto situado detrás de mi cabeza. Tatsumo saca una gohei de la manga y la coloca sobre el banco. Mientras miras fijamente a través de sus ojos negros hacia un punto situado detrás de su cabeza, puedes notar cómo vas perdiendo contacto con lo que te rodea. Tatsumo inicia un cántico rítmico y monótono y entonces, en un súbito espasmo, forma un nudo con los dedos. Tú te alejas más y más de tu propio cuerpo hasta que solo una pequeñísima parte de ti sigue en el dojo. Te parece estar contemplando la escena desde una gran distancia. Los dedos de Tatsumo se contorsionan en una serie de nudos de creciente complejidad mientras el cántico se intensifica. De pronto, se detiene, coloca el gohei entre tus manos unidas y reanuda el cántico. La pequeña parte de ti que aún es ligeramente consciente de lo que te rodea percibe que la vara ha empezado a vibrar. Las vibraciones aumentan hasta formar un temblor constante y adviertes otra presencia en la habitación. Pasa a la página 68. -> 68 =56= Nada te conduce por un salón. —El sensei está impresionado por tu capacidad para soportar el trance —dice—. Esta es tu habitación. Por la mañana haremos un té medicinal para ayudar a curar esos golpes. Cuando Nada se va, recuerdas los sucesos de las últimas horas con más claridad. Te ves atacando a Nada y al sensei, y luego resistiéndote a ambos cuando intentan inmovilizarte en un rincón. De pronto, adviertes que tus movimientos eran muy diferentes de los que te han enseñado. ¡Eran movimientos de ninjutsu! No estas segura de cómo lo sabes, pero resulta extrañamente euforizante. Te notas poderosa y tu ser anterior parece ahora débil, insignificante. Caes dormida y tienes un sueño. Intentas explicarle algo a Nada, pero no te parece que seas tú misma. Tienes unos rasgos distintos y vas vestida con una armadura japonesa de la época feudal, con una espada al costado. Nada va vestida de modo semejante y tampoco se parece mucho a ella misma. Tú intentas explicarle que ella tiene algo tuyo o que debe hacer algo por ti, pero Nada no parece querer escucharte. Te enfureces, desenvainas la espada y la adelantas hacia Nada. Despiertas con una sensación de odio hacia Nada. El sueño sigue pareciendo muy real. Quieres volver a dormir y descubrir cómo termina, pero también te preguntas si no deberías hablar con Nada sobre este sueño ahora mismo. Si vuelves a dormirte, pasa a la página 74. -> 74 Si decides levantarte, pasa a la página 65. -> 65 =57= Ves acercarse a Nada y, a continuación, todo se oscurece. Cuando abres los ojos, adviertes de inmediato un dolor tremendo por todo el cuerpo. Te notas como si acabara de pasarte un camión por encima. Nada, el sensei y Tatsumo se inclinan sobre ti con expresión preocupada. Cuando advierte que estás consciente. Nada murmura: —¡Lo siento mucho! —No tenías más remedio —respondes con un hilillo de voz—. Estaba atacándote. —Pero sabía que no eras tú, realmente. Sabía que era el kami. —La culpa es mía —murmura Tatsumo—. Debería haber previsto que se apoderaría de ti. ¡Ha sido muy hábil para esconderse! —Fue un ninja —interviene Nada—. Me di cuenta mientras estábamos luchando. Solo un ninja utilizaría una espada como esa. —Yo también me di cuenta —confirmas—. Tengo que reconocer que ha sido emocionante compartir este conocimiento. —Sí —siente Nada—, es un arte muy poderoso, pero también ofrece un gran potencial para el mal. Si no te hubieras dado por vencida, no sé cuál habría sido el resultado. —Así, ¿el kami ha sido derrotado? —preguntas. —Sí —responde tu amiga—. Al menos, de momento. FIN -> salir =58= Sashami, Nada y tú os acercáis tímidamente al palanquín. Se abre la cortina y el daimyo os observa detenidamente antes de preguntarle a Sashami cómo se llama. Cuando Sashami le responde, el daimyo añade: —¿No eras tú el samurái que accedió a defender una aldea del ataque de los yakuzi? Sorprendida, te preguntas cómo se habrá enterado el daimyo. Sashami responde con un débil «sí» y explica: —Era una situación imposible. —Sin embargo, el código de los samurái exige que hagas honor a tu palabra. Es mejor morir en un noble intento que rendirse. Sashami no responde, de modo que el daimyo añade: —Te permitiré, pues, que mueras de manera honorable mediante el seppuku. —Abres los ojos como platos, pues sabes que el seppuku es el suicidio ritual—. En cuanto a tus acompañantes —continúa el daimyo mientras mueve la mano señalándoos a ti y a Nada—, les perdonaré la vida pero los retendré en mi castillo como sirvientes. No solo te invade una terrible angustia por el destino de Sashami, sino que parece que transcurrirá mucho tiempo hasta que podáis continuar vuestra búsqueda. FIN -> salir =59= El samurái levanta la cabeza. —Muchos samurái se enorgullecen de morir en un noble intento, pero yo no. Sin embargo, ya que vosotras dos habéis decidido quedaros a luchar, os acompañaré. —Bien —dice Nada apresuradamente—. Ahora, enséñanos cuál es el mejor lugar para tender una emboscada. El samurái, que dice llamarse Sashami, os conduce a un lugar donde el camino desciende por una estrecha garganta rodeada de árboles. —Esto parece perfecto —comentas con Nada, quien se muestra de acuerdo. Sacáis vuestro equipo y preparáis la emboscada. Momentos después de ocupar vuestras posiciones, oís el retumbar de las pezuñas sobre el camino. Los yakuzi aparecen al galope por la garganta, en columna de a dos. Pasa a la página 61. -> 61 =61= Desde tu posición en la rama de un árbol, inicias la emboscada, tensando una cuerda en mitad del camino, que hace caer al suelo a los cuatro primeros jinetes, con sus monturas. Pasa a la página siguiente. -> 62 =62= Sashami salta de entre los árboles para acabar con los dos primeros. Mientras la segunda pareja de jinetes se incorpora, Nada vuela desde el árbol situado frente al que ocupas y aterriza con una rodilla en el hombro de cada uno, derribándolos de nuevo. Llegan otros dos yakuzi a caballo. Haces saltar a uno de la silla con un shuriken —una plancha arrojadiza de metal en forma de estrella— y lanzas un aro metálico atado al extremo de una cuerda contra el otro. Este agarra el aro sin dificultad y sonríe, preparándose para hacerte caer del árbol de un tirón. Sin embargo, tú mueves la cuerda de modo que le rodee por la cintura y, seguidamente, le haces saltar del caballo con un tirón. Apenas te da tiempo de hacerlo cuando ves aproximarse a otros dos yakuzi. Tendrás que enfrentarte sola con ellos, pues Nada y Sashami siguen ocupados con los primeros en caer al suelo. Te preguntas si podrías derribar a los últimos en llegar mediante un salto como el que has visto hacer a Nada, pero también recuerdas que guardas un puñado de petardos que suenan como disparos cuando estallan. Si pruebas el salto, pasa a la página 52. -> 52 Si prefieres encender los petardos, pasa a la página 94. -> 94 =63= Agarras la funda de la viola y la lanzas a la lava. Pronto desaparece entre la masa de roca fundida. —Gracias —dicen las voces. Las gotas de lava parecen hacer una reverencia. Nada se aparta del calor y salta de nuevo al bote salvavidas. Muy pronto, tú haces lo mismo. Cuando os recuperáis, el bote ya ha perdido de vista la isla. Nada te presenta sus disculpas. —No sé qué se apoderó de mí —murmura—. Por alguna razón, no podía soltar la espada. Me alegro que la hayas devuelto a la forja de kami. Ahora que está de nuevo donde fue fabricada, tengo la sensación de que nuestros problemas han terminado. —Siempre que nos rescaten… —añades. —No tardarán mucho en hacerlo —dice Nada—. Hace un par de horas pasó un avión y el piloto ha comunicado que nos había localizado. Ya está en camino un barco para recogernos. FIN -> salir =65= Te resistes a volver a dormirte. Son las once y estás segura de que Nada está durmiendo, pero consideras que merece la pena despertarla. La sensación de furia en contra de Nada no se disipa sino que aumenta. Eres incapaz de controlarla. Corres hasta la habitación de Nada antes de que la furia se apodere por completo de ti. Nada se incorpora inmediatamente cuando irrumpes en su dormitorio. Te lanzas hacia ella, gritando su nombre con una mezcla de odio y de alarma. Tus ojos se cruzan con los suyos y con un rápido movimiento, ella te agarra y te pellizca un nervio del cuello. Caes al suelo, inconsciente. Cuando vuelves en ti, estás en la sala de entrenamientos, atada a una columna. Nada, el sensei y Tatsumo están presentes. Nada pronuncia tu nombre, vacilante. —Sí —respondes—. ¿Qué ha sucedido? —Lamento haberte hecho esto —dice Nada— pero, en el instante en que entraste, comprendí que todavía estabas poseída por el kami. Asientes con la cabeza, lentamente. —Sí, ahora lo recuerdo. Acudí a tu dormitorio para explicarte un sueño. En él, yo era un señor feudal, y tú también. Intentaba explicarte algo, pero tú no me hacías caso. Entonces, me ponía furiosa y desenvainaba mi espada. —¿Qué intentabas explicar? —pregunta el sensei—. Intenta recordarlo. Puede ser importante. —Quería que Nada hiciera algo por mí. Era como si me debiera algo. —¿Qué? —insiste Nada—. Intenta recordarlo. Pasa a la página 45. -> 45 =66= Tres días más tarde, estás dispuesta para el viaje al pasado. Nada explica que la energía de la espada y del kami te dirigirá hacia el tiempo y el lugar del que provienen. Te sientas en el dojo vacío y meditas antes de que Nada empiece. Tu amiga te hace contar con ella mientras te hipnotiza con el saiminjutsu. «Diez, nueve, ocho, siete…» Lo último que recuerdas es que Nada entrelaza los dedos como hizo Tatsumo mientras entrabas en trance. Cuando abres los ojos, tienes tiempo justo de ver que estás frente a Nada en un camino cerca de un pueblo feudal japonés… antes de ser casi arrollada por un samurái vestido con la indumentaria de combate. El samurái se detiene, jadeante, y te contempla. Su rostro parece serio, pero atemorizado. —Por tu propio bien —dice—, te recomiendo que te apartes del camino y te escondas donde sea. —¿Por qué? —preguntas. —Porque en cualquier momento aparecerán por aquí los jinetes de la banda de los yakuzi. —¿Quiénes son? —Eres afortunada si nunca has topado con ellos. Son un grupo de bandidos samurái que saquean pueblos y ciudades. Yo accedí a defender un pueblo que está más adelante, por este mismo camino, pero entonces creía que solo venían dos o tres yakuzi. Sin embargo, eran al menos seis los atacantes. Pasa a la página siguiente. -> 67 =67= —Te ayudaremos a defender ese pueblo —dice Nada. —No seas ridícula —replica el hombre—. Vosotras no sois samurái. Y, aunque lo fuerais, seguiríamos sin tener ninguna posibilidad. —Nosotras tenemos nuestros propios recursos —insiste Nada. El samurái mueve la cabeza y añade: —Si queréis, podéis escapar conmigo. Intentaré protegeros, pero solo un loco se quedaría a enfrentarse con los yakuzi. Pese a sus palabras, Nada no se mueve. Ahora, te toca a ti decir algo. Si decides apoyar a Nada y quedarte a defender el pueblo, pasa a la página 59. -> 59 Si decides hacer caso al samurái y huir mientras aún sea posible, pasa a la página 28. > 28 =68= Tatsumo interrumpe su cántico, descansa las manos en las rodillas y dice: —Dinos, honorable huésped, ¿quién eres? Una extraña voz masculina que no pertenece a ninguno de los presentes, pero que adviertes vagamente que surge de tus labios, responde: —Soy… Sin embargo, no alcanzas a escuchar el nombre debido a una repentina y poderosa presión que te aplasta el pecho. —¿Qué quieres? —oyes decir a Tatsumo. En ese mismo instante, se adueña de ti una cólera furiosa que se desata en todas direcciones, y cuya enorme fuerza destructiva lucha por encontrar algo contra lo que lanzarse. Miles de voces gritan, unas pidiendo venganza, otras solicitando ayuda. Entre todas esas voces, logras distinguir una muy débil, la tuya propia, pero no alcanzas a entender lo que está diciendo. Sientes una urgente necesidad de escapar de esa furia interna antes de que te destruya. Si intentas salir del trance, pasa a la página 35. -> 35 Si dejas que el trance continúe para descubrir qué quiere el kami, pasa a la página 53. -> 53 =69= Sigues a Nada por los pasadizos del castillo para encontrar al señor Hatama. De pronto, topáis con el hijo mayor de la familia Miyamotori. Nada hace una nerviosa reverencia, te presenta y le dice: —Es un placer volverte a ver, Kato. —El placer es mío —replica Kato con frialdad—. Tenía entendido que deseabas estudiar nuestros archivos, y no husmear en el castillo. —¡Ah, sí! Tienes toda la razón —exclama Nada, sin otra opción que hablar a Kato acerca de la urna guardada en la cripta. El rostro de Kato adopta una expresión dura y colérica. —Muéstrame esa urna —exige. Nada y tú conducís a Kato a la polvorienta cripta. El muchacho abre la puerta y pulsa el interruptor de la luz. La urna rota sigue allí, pero el cadáver ha desaparecido. —¡Esto es intolerable! —exclama Kato—. Esa urna contenía los restos de mi tío, que murió la semana pasada. ¿Es así cómo pagáis el favor de dejaros utilizar nuestros archivos? —No, no… —intenta explicar Nada. Kato la interrumpe. —Ya se lo explicaréis a la policía. Nada y tú esperáis a que llegue la policía. Quedaréis detenidas hasta que el asunto se aclare. Pasarán al menos varios días hasta que podáis ocuparos de nuevo de la fuerza misteriosa que ataca el dojo… y puede que, para entonces, sea ya demasiado tarde. FIN -> salir =71= Irrumpes de improviso desde la salita anexa y te agachas ante Sanchiro en la posición de ataque. Antes de que puedas hacerlo, surge del suelo una humareda y apenas tienes tiempo de ver saltar a Sanchiro hasta una claraboya. Le sigues, y te encuentras en un pasadizo que lleva a un parapeto del castillo. No ves a Sanchiro. Meditas sobre la situación y adviertes que has sido atraída al lugar donde él tendrá más ventajas. Sanchiro conoce cada palmo de la parte superior del castillo, mientras que para ti es un terreno desconocido. Pero tienes una esperanza. Debes encontrar el ku —el Vacío— y despojarte de todas las ideas preconcebidas, de todas las fantasías y de toda voluntad, para lograr así estar absolutamente alerta y dispuesta para el ataque. Sanchiro surge por dónde menos podías esperar y te arroja al suelo con un demoledor golpe. Cojeando, intentas incorporarte mientras él se acerca de nuevo para hacerte caer del tejado a patadas. Tu falta de resistencia le toma tan por sorpresa que tropieza con tu cuerpo y es él quien cae de la plataforma donde os hallabais. Sales del castillo, llegas exhausta a la choza de Nikkya y cuentas a Nada lo sucedido. —Me alegro que hayas vencido a Sanchiro —dice tu amiga—, pero me temo que no hemos encontrado el origen exacto de las desgracias del dojo. Y también me preocupa que hayamos, quizá, alterado la historia. Tendremos que regresar inmediatamente —añade Nada—. Supongo que no podemos hacer otra cosa que esperar que tu actuación haya resuelto nuestro problema. FIN -> salir 72 En el desayuno, te calientas las manos en torno a una taza de sopa de arroz mientras esperas, con Nada y Sashami, a que el sol aparezca. Sashami os recuerda su ofrecimiento de ayuda. —Quizá puedas ayudarnos —dices, al tiempo que le muestras el papel con las marcas de la espada—. Creemos que puede pertenecer a algún clan ninja. Cuando observa el papel, Sashami cambia de expresión. —¿Las reconoces? —pregunta Nada. —No puedo contarlo todo —responde Sashami en voz baja—, pues aún ahora me resulta doloroso recordarlo. Solo os revelaré que es la marca secreta del terrible clan ninja de los Miyamotori. Fue la codicia y la falsedad de su jefe, Sanchiro, lo que me obligó a abandonar a mi amo, mi ciudad y mi familia. —A nosotros también nos ha amenazado —le informa Nada. —Me complacería mucho ayudaros contra Sanchiro — afirma Sashami—. Os llevaré al castillo de los Miyamotori. Está a dos días de distancia si utilizamos los caballos de los yakuzi. Durante dos días, cabalgáis por pasos nevados, por llanuras cubiertas de hierba y por ciudades feudales hasta que, por fin, llegáis a una pequeña aldea. Sashami señala hacia un valle angosto por encima de la aldea y dice: —Ahí arriba está el castillo de los Miyamotori, y conozco el camino secreto que lleva hasta él. Seguidme con cuidado. Pasa a la página 77. -> 77 =73= —¿Qué estás haciendo? —grita Nada mientras la apartas del recorrido de la espada y ruedas con ella a la zanja junto al borde del camino. Sanchiro enfunda la espada y murmura: —Eso está mejor. Debéis mostrar respeto por vuestros superiores. Llena de furia, te pones en pie y te diriges hacia él. Sin embargo, cuando Sanchiro ve que te acercas, se limita a dar media vuelta, se coloca la capa sobre los hombros y desaparece. Asombrada, vuelves la mirada hacia Nada. —Una capa de invisibilidad —explica tu amiga—. Probablemente es otro regalo de Xenglu. ¿Por qué no has seguido las instrucciones? —Temía que fuera otro truco —respondes tímidamente. —Hemos desperdiciado nuestra mejor oportunidad — suspira Nada—. Ahora, quizá no logremos dar con Sanchiro nunca más. FIN -> salir =74= Vuelves a despertarte en plena noche, sales de tu habitación y recorres el pasillo. De algún modo, sabes a dónde tienes que ir. La puerta que te interesa está cerrada pero, de pronto, te encuentras al otro lado de ella. Encuentras la caja y abres la tapa. Tomas la espada y te resulta sorprendentemente familiar. Te incorporas y recorres el pasillo en dirección a la parte del dojo donde duerme Nada. Te cuelas en su dormitorio y te aproximas a ella. Levantas la espada. De pronto, algo grita dentro de ti. «¡No!». Titubeas un instante. Ese momento de duda es suficiente para que Nada abra los ojos y, al ver la espada, reaccione de inmediato con un movimiento del antebrazo que detiene tu mano. A continuación, te alcanza con una patada que te lanza hacia atrás. Recuperas el equilibrio y vuelves al ataque. Nada vuela por los aires para evitar tu espada y te golpea en pleno pecho con un potente golpe de pie. Terminas en el suelo, respirando a duras penas. También observas que los golpes de Nada han debilitado la fuerza del kami que se ha apoderado de ti. ¡Te das cuenta de que estabas tratando de matar a Nada! Ves que tu amiga se acerca dispuesta a dar un golpe definitivo y debes escoger entre permitirle que te alcance o contraatacar con un último movimiento de la espada. Si decides quedarte quieta, pasa a la página 57. -> 57 Si decides usar la espada, pasa a la página 37. -> 37 =76= Recogéis rápidamente vuestro equipo y descendéis de la montaña a buena marcha. En un abrir y cerrar de ojos, Nada y tú os encontráis de nuevo en el valle, avanzando a toda prisa. —He estado pensando —dice Nada— que, según Yukio, el ideograma de la empuñadura de la espada recordaba el sello de la familia Miyamotori. Los Miyamotori son un clan ninja que en cierta época tuvieron una terrible rivalidad con mi familia. Quizá esos ninja pertenezcan a ese clan. Empiezas a decir que parece probable cuando, al doblar un recodo, os encontráis con los cinco ninja. El jefe desenvaina la espada. —¡Espera! —exclama Nada—. Respóndeme a una pregunta: ¿Eres acaso un Miyamotori? —Soy Sanchiro Miyamotori —dice el hombre. De inmediato, avanza hacia vosotras. Justo antes de que te alcance, levantas el espejo frente a él. El ninja queda paralizado. Una expresión de terror cubre su rostro y la espada cae de su mano. Luego, todo el grupo da media vuelta y huye. Cuando han desaparecido por el camino, te vuelves hacia Nada y comentas: —Me pregunto qué habrán visto. —No quiero imaginarlo —responde Nada, al tiempo que contempla el espejo—. Se dice que un espejo puede reflejar el alma de quien lo mira. Sea lo que sea, creo que hemos resuelto el misterio y podemos regresar al dojo. —¿Nos llevamos la espada? —preguntas. —No es preciso —dice Nada—. En el futuro, la espada ya está allí. Además, no es aconsejable manipular el pasado más de la cuenta. FIN -> salir =77= Antes de llegar al castillo, escucháis un grito procedente del bosque. Con cautela, los tres desmontáis para investigar. Llegáis a un claro donde dos ninja se encuentran frente a frente. Cada uno empuña una espada. Los dos se arrodillan y hacen una reverencia; luego, se aproximan lentamente el uno al otro. —¡Ese es Sanchiro Miyamotori! —susurra Sashami. —¡Y lleva la misma espada que ahora guardamos en el dojo! —añades. Empuñas la espada de Sashami, dispuesta a correr en ayuda del otro ninja, pero entonces te preguntas si es una buena idea. Quizá deberías dejar que los dos ninja luchasen entre ellos. Si decides irrumpir en el claro del bosque, pasa a la página 112. -> 112 Si decides no intervenir, pasa a la página 107. -> 107 =78= —Tratemos de descubrir de dónde ha salido esa espada — dices. —Voy a traerla —asiente Nada—. La examinaremos más detenidamente. La espada está envuelta en seda. Nada la coloca sobre la mesa, quita el paño de seda que la cubre y extrae la espada de la vaina. La hoja es la más afilada que has visto jamás, pero lo que te llama la atención son las marcas de la empuñadura. —Es un signo muy extraño —comenta el sensei—. No sé qué representa. Supongo que es el símbolo de alguna secta secreta. —Parece el emblema heráldico de alguna familia —dices. —Sí —confirma el sensei—. De hecho, me recuerda ligeramente el sello de la familia Miyamotori. —¡Los Miyamotori! —exclama Nada—. En otro tiempo, fueron enemigos acérrimos de mi familia. —¿Siguen siéndolo todavía? —preguntas entonces. Pasa a la página siguiente. -> 79 =79= —En realidad, no —responde Nada—, pero esas rivalidades tardan mucho en desaparecer. Será mejor que sigamos el rastro de la persona que nos envió la espada para descubrir dónde la consiguió. —Quizá sea una empresa difícil —dice el sensei—. No tenemos apenas información acerca de ese arma. ¿Qué opináis de investigar en profundidad la historia de la familia Miyamotori? Quizá ahí encontremos algo que nos explique el ideograma de la empuñadura. —Pero para eso tendríamos que pedir a los Miyamotori que nos permitieran investigar en sus archivos — dice Nada. —Por fortuna, tengo un amigo que es sensei en su ryu. Podemos llamarle para que nos ayude a concertar esa visita — dice el sensei. Nada se vuelve hacia ti y pregunta: —¿Qué opinas tú? Si respondes, «investiguemos», pasa a la página 87. -> 87 Si respondes, «intentemos encontrar a la persona que envió la espada», pasa a la página 101. -> 101 =81= Nada y tú rodeáis con cautela el cadáver. Mientras Nada espera a un lado, tú te colocas en el otro y extiendes la mano para estudiar el cuerpo. Cuando le das la vuelta, una horrible máscara demoníaca aparece ante ti. De pronto, sus blancos ojos cobran vida y te inmovilizan como si utilizaran una cuerda. Su fuerza es cada vez mayor. Nada ataca frenéticamente al cadáver demoníaco, pero sus golpes rebotan como si el cuerpo fuera de acero. Luchas por mantenerte consciente. Nada, desesperada hasta el punto de intentar cualquier cosa, arranca la máscara del rostro del cadáver. La fuerza que te inmoviliza cede y Nada entrecruza de inmediato los dedos en una serie de extraños nudos. En cuestión de segundos, todo ha terminado: el cadáver vuelve a yacer sin vida, esta vez definitivamente. —¿Qué ha sucedido? —preguntas, confusa todavía—. Cuando le has arrancado la máscara, me ha parecido que perdía su poder. —No creo que la máscara tuviera ningún poder real. Al quitársela, he distraído su atención y he conseguido un lugar por dónde atacarle —explica Nada—. Creo que el cadáver estaba poseído por un kami ninja, el mismo que ha atacado nuestro dojo. He podido utilizar el kuji, una forma de brujería que he aprendido en mi educación ninja, para ahuyentarle. Sin embargo, es posible que regrese. —Por lo menos, no lo hará en algún tiempo asientes—. Mientras tanto, quizá podamos descubrir de dónde ha venido y qué busca. FIN -> salir =82= Descartas tu premonición y te juras no ser tan aprensiva. Un segundo después, estallan unas llamaradas a tu alrededor. Mires donde mires, solo encuentras llamas. Nada tira de ti para apartarte del camino, pero ya ha caído una red sobre las dos. Estáis atrapadas. Cinco figuras vestidas con la indumentaria negra de los ninja surgen de entre los árboles y se aproximan a vosotras. No sabes por qué, pero estás a punto de convertirte en una nueva víctima de los asesinos ninja. FIN -> salir =83= —Tenemos que librarnos de esa espada —comentas a Nada—. Evidentemente, esa es la causa de nuestros problemas. —No podemos —responde Nada—. ¿Cómo podemos seguir el rastro de quien la envió? —Copiaremos las marcas de la empuñadura. No necesitamos nada más. —No sé… —murmura Nada. La camarera decide por vosotras. Agarra la espada y la tira por la borda. Nada extiende la mano para alcanzarla mientras vuela por encima del pasamanos, pero no logra alcanzarla. La espada se hunde en las aguas. Poco después, aparece de nuevo el capitán del carguero y anuncia: —Los motores ya parecen reparados, muchachas. Pronto os habremos devuelto a tierra. El carguero os lleva a la isla Wake. Nada llama de inmediato al sensei para contarle lo sucedido. El sensei recibe las noticias con calma, señalando que el aire del dojo parece ahora más ligero. Nada y tú volvéis al dojo y te quedas allí unos días. No se repiten las tormentas eléctricas ni los demás extraños fenómenos. Un día, Nada y tú estáis tomando el té con el sensei y este anuncia: —Creo que podemos considerar resuelto el misterio. Los fenómenos han cesado. Es evidente que la espada trajo consigo a algún espíritu lleno de odio y, ahora, tanto el arma como el espíritu están en el fondo del mar. Nada y tú estáis convencidas de ello. Te preparas para tomar el tren de regreso a Kyoto al día siguiente, satisfecha de haber visitado a Nada. FIN -> salir =84= La tripulación del carguero arría un bote salvavidas, al que subís Nada, tú y la funda de la viola. Una vez abandonáis el barco, los motores de este parecen recuperarse y la nave se aleja. Nada y tú os encontráis solas en mitad del Pacífico. Dos días más tarde, seguís en el bote. La espada está en silencio y no habéis visto un solo barco. —Debemos estar fuera de las rutas marítimas —comentas. Avanzado el día, divisáis una columna de humo en el horizonte. —¡Mira! —exclamas—. Quizá sea un barco. Sin embargo, la columna de humo se transforma en una nube negra. Comprendéis que no se trata de una nave. Atemorizadas, contempláis una erupción volcánica. En mitad de las aguas, se eleva una isla recién nacida en forma de cono. Nada empieza a remar para alejarse. —¡Espera! —le dices—. Veo algo en la orilla. De la roca fundida se elevan unas masas de lava que parecen incorporarse para saludaros. Escucháis una voz profunda y ronca que dice: —Somos los dioses de la forja, los fabricantes de espadas. Vosotras tenéis una espada que está perturbando nuestro mundo. Debéis dárnosla. —¡Jamás! —responde Nada, desafiante. Si tú tampoco quieres entregarla, pasa a la página 106. -> 106 Si consideras que debéis entregar la espada a las criaturas de lava, pasa a la página 63. -> 63 =86= —Por fortuna, he visto suficientes cosas de este tipo y creo que podré mantener intacta mi fama de sabio —dice Gyoja con una sonrisa—. Creo que estáis tratando con un kami lleno de odio. Casi seguro que es el kami del ninja que os tendió la emboscada. Sospecho que la llegada de su espada al dojo desató la ira del kami. Ignoro cuál es la causa original de su cólera, pero lo importante es aplacarla. —Pero nos está atacando —protestas. —La mayoría de los ataques pueden resolverse a base de comprensión —replica Gyoja—. La violencia solo engendra más violencia. —¿Cómo podemos hacer las paces con el kami? —pregunta Nada. —Construidle un templete —dice Gyoja—. Utilizad la espada en él. Celebrad una fiesta de verano en su honor. Si lo hacéis con sinceridad, la cólera del kami quedará absorbida por el kami superior. Nada y tú hacéis una profunda reverencia y agradecéis a Gyoja sus consejos. A continuación, os dirigís al monasterio para pasar allí la noche. Por la mañana, emprenderéis el regreso al presente donde pondréis en práctica las sugerencias de Gyoja. FIN -> salir =87= Al día siguiente, Nada y tú tomáis el tren hasta la remota aldea junto a la finca de los Miyamotori. Un taxi os conduce hasta la propiedad, un castillo de aspecto amenazante situado en un valle tenebroso. Tras un largo ascenso por unos peldaños de piedra y tras cruzar varias verjas, llamáis a la puerta. Acude la rojo, el ama de llaves. Enterada de que el señor Hatama aguarda vuestra visita, os conduce el desordenado archivo, situado en un extremo del castillo. Cuando la rojo desaparece, Nada recuerda que había prometido al sensei presentarle sus respetos al señor Hatama. —Volveré enseguida —te dice. Empiezas a buscar entre los gruesos pergaminos desgastados por el tiempo mientras Nada está ausente. Apenas un minuto más tarde, oyes un potente estruendo que parece venir del pasillo. Al principio no haces caso, pero el estrépito resulta tan sonoro e insistente que no logras concentrarte en los documentos. Con cautela, sales al pasillo y avanzas hasta una puerta baja y gruesa. Compruebas que no hay nadie a la vista y empujas la puerta, que se abre sin esfuerzo. Pasa a la página 99. -> 99 =89= —Me gustaría que me dierais vuestra espada —dice la Reina del Mar—. Sé que pido mucho. —Pero no tenemos intención de usarla —protesta Nada. —Tenéis derecho a una explicación —continúa la Reina—. La espada perteneció a un guerrero ninja de la época feudal, llamado Sanchiro Miyamotori. Gran parte de su poder procedía de su espada, que le fue entregada por un tengu. »Por desgracia —prosigue la Reina del Mar—. Sanchiro hizo mal uso de lo que había aprendido del tengu y causó tantos problemas que tuvo que enfrentarse a otro ninja, Dana Kurayama —Nada te susurra que este es un antepasado de su familia—, quien dio muerte a Sanchiro. Mientras agonizaba, este juró vengarse de los Kurayama. Cuando vuestro dojo recibió la espada, el kami vengativo del ninja se inflamó y su juramento de venganza empezó a actuar. —¿Cómo podemos contrarrestarlo? —preguntas. —Dadme la espada —responde la Reina del Mar—. Así, la cólera del kami desaparecerá. Nada entrega la espada a la Reina del Mar, quien le da las gracias. Nada hace una profunda reverencia y responde: —Debemos darte las gracias a ti por haber resuelto nuestro problema. Con un gesto de la mano, la Reina responde: —Os pido que no digáis que me habéis visto. Nada y tú dais media vuelta y sois conducidas fuera del palacio. Os preguntáis si el sensei creerá vuestro relato. FIN -> salir =90= —Solo un vistazo rápido —dice Nada. Conduces a tu amiga por el pasillo, te detienes ante la puerta y penetras en la estancia. La puerta se cierra a vuestra espalda. La sala está a oscuras y el aire está cargado. —¡Puedo notar la presencia del kami aquí dentro! —susurra Nada. Enciendes una cerilla. Los fragmentos de la urna rota siguen en el suelo, ¡pero el cadáver ha desaparecido! Escucháis un ruido de algo que se arrastra en el otro extremo de la estancia. Nada y tú avanzáis hacia el lugar exacto. La cerilla ilumina un pequeño espacio delante de vosotras. Finalmente, alcanzáis la pared opuesta. No podéis ver otra cosa que tres muros de piedra. —Esta no es una pared normal —dice Nada mientras palpa la piedra con las manos. Enciende otra cerilla y la dirige hacia una grieta en la esquina—. Es un pasadizo secreto. Nada empuja una losa y una parte de la pared se abre como una puerta. —¿Cómo lo has sabido? —preguntas. Nada se detiene un momento. —Supongo que es el momento de hacerte saber algo que jamás te he explicado —dice tu amiga—. Antes de empezar con el aikido, practiqué otro tipo de arte, el ninjutsu. Mi familia ha sido un clan ninja desde hace muchos siglos. Igual que los Miyamotori. Pasa a la página siguiente. -> 91 =91= Nada hace una pausa mientras digieres lo que acaba de revelarte. Se dice que los ninja poseen poderes asombrosos, no solo en las artes marciales sino en las técnicas del movimiento invisible, e incluso en la brujería. —¿Así que quizá nos estamos enfrentando a un ninja? — murmuras. —Es posible —asiente Nada—. Todavía es difícil saber con seguridad qué es todo esto. —Quizá deberíamos volver a los archivos —sugieres—. Puede que allí descubramos algo que nos ayude a confirmarlo antes de que caigamos en alguna trampa. —Sí —asiente Nada—, pero no quiero perderle la pista, ahora que andamos tras ella. Si insistes en regresar al archivo, pasa a la página 102. -> 102 Si decides que es una buena idea entrar en el pasadizo secreto, pasa a la página 22. -> 22 =92= En el avión, guardas la espada en el compartimiento de equipajes, sobre el asiento. El aparato recorre la pista de despegue y pronto te encuentras camino de San Francisco. Sin embargo, no llevas mucho rato volando cuando un pasajero que pasa junto a tu asiento tropieza y cae al suelo sin razón aparente. A continuación, una azafata vuelca, de pronto, una bandeja llena de desayunos sobre ti y te hace saltar de tu asiento cuando el té caliente empapa tus ropas. Después de desayunar, las cosas parecen calmarse. Sin embargo, ahora escuchas un estruendo en el compartimiento de equipajes. Abres este y observas que la funda de la viola está balanceándose furiosamente de un extremo a otro del compartimiento. Se escucha entonces la voz del piloto por el altavoz: —Señoras y señores, lamento informarles que nuestros motores están fallando. Intentaremos hacer un amerizaje de emergencia sobre el océano. Abróchense los cinturones de seguridad, por favor. Ya hemos enviado mensajes de auxilio. Las azafatas se mueven por el avión apresuradamente, efectuando los preparativos necesarios y tranquilizando a los sobresaltados pasajeros. El avión desciende. Milagrosamente, nadie resulta herido durante el amerizaje de emergencia. Se hinchan las balsas, se abren las puertas de seguridad y los ocupantes del avión son evacuados. En la confusión, Nada logra recuperar la espada. Pasa a la página 97. -> 97 =94= Arrojas los petardos frente a los dos últimos yakuzi. Estallan uno tras otro, produciendo ecos entrecortados en el desfiladero. El efecto es aún mejor de lo que habías calculado. Los caballos se encabritan y retroceden, mientras los demás yakuzi se espantan ante el estruendo. —¡Estamos rodeados! —grita uno. Todos dan media vuelta y huyen, siguiendo a los dos a caballo. Nada y Sashami les dejan escapar y se aseguran de que sus caballos no hagan lo mismo. Saltas del árbol y Nada te felicita por el truco de los petardos. —Ha sido una aplicación brillante de la técnica de la ilusión —exclama—. Cuando te ves superada en número sin remedio, debe crearse la ilusión de que tu número es muy superior. Sashami hace una reverencia frente a vosotras. —Si hubiera sabido que tenía por aliadas a dos ninja tan hábiles, no hubiese dudado en enfrentarme a los yakuzi. —¿Crees que volverán? —preguntas. —¡Oh, no! —asegura Sashami—. Después del trato que les hemos dado, seguro que no vuelven. Sashami explica que es un ronin en busca de cualquier empresa que requiera sus servicios. —Con vuestra ayuda, he cumplido mi obligación para con la aldea. Ahora, cumpliré la que tengo con vosotras. Estoy a vuestro servicio. —Estamos cansadas de la pelea. Levantemos aquí el campamento y ya hablaremos de ello por la mañana —dice Nada. Pasa a la página 72. -> 72 =95= Te mueves lentamente en medio del círculo, esperando que tu improvisada danza no resulte demasiado cómica a los yamabushi. Se te ocurre entonces una idea: representar para ellos la duda en que te encuentras. Medio cantando y medio recitando, explicas la búsqueda del ninja, el encuentro con las hermanas Mikiaka y el secuestro de Nada por el tengu. Cuando terminas, preguntas: —¿Puede alguien decirme cómo rescatar a mi amiga? Los yamabushi aplauden tu actuación. Vuelves tu mirada al que te ha invitado a participar. —¿Qué me respondéis? —insistes. —Pocos pueden ser más listos que un tengu —responde él—. Solo cabe esperar que se apiade de vosotras. El yamabushi vuelve a empujarte hacia el círculo y mientras bailas, olvidas tus preocupaciones. Recibes diversos regalos, entre ellos una sarta de perlas y un sombrero con la figura de una cabeza de dragón. No recuerdas cuándo caes dormida. Despiertas sola en el claro, junto a los rescoldos humeantes de una hoguera. Todos han desaparecido. Las perlas son gotas de agua y la cabeza del dragón, una simple baratija. Te pones en pie, tiritando. De pronto, se levanta un fuerte viento. Se forma un remolino que te levanta del suelo y te transporta por los aires hasta la cima de la montaña, donde te deposita al pie de un cedro del Japón. Escuchas una risa entre las ramas del árbol, levantas la vista y ves a Nada y al tengu que descienden hacia ti. Pasa a la página 26. -> 26 =96= —¿Qué táctica seguiremos cuando lleguemos a lo alto de la escala? —preguntas a Nada. —En primer lugar pondremos al límite nuestros recursos defensivos —responde Nada—. Tú subirás primero y yo iré unos palmos detrás. Debes estar preparada para cualquier cosa que pueda haber ahí arriba. Si consigues resistir apenas unos segundos tendré oportunidad de intervenir también. Ve con mucho cuidado. Asientes, dedicas unos segundos a prepararte y luego empiezas a ascender. Llegas a lo alto y tanteas con cuidado lo que hay encima de ti. —Es una trampilla —susurras a Nada. Empujas la puerta de la trampilla y te apartas del hueco con una mano asida todavía a la escalera. Algo te agarra por el brazo. Ves a Nada salir catapultada detrás de ti como impulsada por un cañón. Un segundo después se produce un fogonazo, seguido de una humareda. —Sal enseguida —dice Nada, tosiendo a causa del humo— . Ha utilizado una bomba de humo para escapar. Te desembarazas del objeto que te rodeaba el brazo —es una kusari-fundo— y asomas la cabeza por la trampilla. Cuando el humo se despeja descubres que estás en un parapeto de la muralla. Debajo de ti quedan los muros, las defensas y los patios del castillo. No hay rastro de tu atacante. —Ahora no me quedan dudas de que estamos tratando con un ninja —comenta Nada—. Lo que ignoro son las razones de su ataque. Ahora necesitamos un nuevo plan. Pasa a la página 104. -> 104 =97= Unas horas más tarde llega un carguero para recogeros. Una vez a bordo algunos pasajeros se ríen y otros lloran de alivio. Sin embargo, apenas han transcurrido unos minutos cuando empieza a surgir un sonido agudo, desgarrador, del interior de la funda de la viola. El capitán del carguero anuncia: —Lamento comunicarles esto, señores, pero nuestros motores no funcionan bien. Esperen un poco hasta que localicemos el problema. Todo el mundo se vuelve hacia vosotras. La azafata que antes volcó la bandeja encima tuyo se adelanta y comenta: —Escuchad, no sé qué lleváis en esa funda, pero tengo la impresión de que eso es la causa de lo que está sucediendo. Deshaceos de ello, o nos desharemos de vosotras. —¡No! —exclama Nada—. No podemos desprendernos de esa funda. ¡Tenemos que descubrir qué está sucediendo! Si prefieres intentar convencer a Nada de que arroje la espada por la borda, pasa a la página 83. -> 83 Si estás de acuerdo en que debéis conservarla, pasa a la página 84. -> 84 =99= Tardas unos instantes en acostumbrar tus ojos a la mortecina luz verdosa. Cuando lo consigues, aprecias que estás en una bóveda polvorienta de grandes dimensiones. De las paredes cuelgan armaduras completas, algunas de las cuales contienen esqueletos. Sin embargo, es la gran urna situada en el centro de la estancia lo que causa el estruendo mientras da vueltas a gran velocidad apoyada sobre su base. Encima de ella aparecen unas luces verduscas. La urna da vueltas más y más deprisa hasta que cae al suelo, se rompe en pedazos y deja a la vista lo que contiene: un cadáver… ¡cuyos ojos blancos, muertos, te observan fijamente! Sales a toda prisa de la bóveda, cierras la puerta y regresas a los archivos. Cuando vuelve Nada, le cuentas con toda la calma y la precisión de que eres capaz lo que acabas de ver. —Eso es muy malo —comenta tu amiga—. Debemos evitar cualquier problema aquí. No somos huéspedes bien aceptados. Será mejor que mañana comentemos el tema con el señor Hatama. Si respondes, «¿No quieres comprobarlo antes por ti misma?», pasa a la página 90. -> 90 Si estás de acuerdo en consultar con el señor Hatama, pasa a la página 69. -> 69 =100= —Busquemos otra salida —sugieres—. No me gusta la idea de meterme en una trampa. —No merece la pena subir esa escalera si tienes dudas—. Las dos retrocedéis hasta la encrucijada de pasadizos y tomáis el de la derecha. —He perdido la pista de dónde estamos —comentas. —Para eso fue construido —responde Nada—. Debemos tener cuidado cuando, finalmente, encontremos una salida. El ninja conoce, seguramente, el lugar exacto por el que vamos a aparecer. Por fin, llegáis al extremo del pasadizo, que no tiene salida. Nada palpa las paredes en busca de una puerta secreta. —Tenemos que estar preparadas para cualquier cosa — susurra—. Pégate a la pared en el otro lado de la puerta. Cuando se abra, yo saltaré a este lado y veremos si hay alguien. Te colocas contra la pared al otro lado. Nada abre la puerta de improviso y se aparta de ella a continuación, de un salto. Por la abertura penetra la luz. Esperáis cinco, diez, quince minutos. No sucede nada. No os llega sonido alguno. Con cuidado, Nada y tú avanzáis hasta la puerta y la cruzáis. Salís a un patio enlosado. En mitad de él, boca abajo, está el cadáver. Si decides inspeccionar el cadáver, pasa a la página 81. -> 81 Si crees que es momento de hablar con el señor Hatama sobre los extraños sucesos, pasa a la página 115. -> 115 =101= Nada y tú encontráis la carta que venía con la espada. No lleva firma ni remitente. —No sé cómo podríamos encontrar a quién la envió —dice Nada. —¿Podemos encontrar la caja en la que llegó? Cuando localizáis al fin el envoltorio en que venía la espada, buscas en el papel el matasellos del lugar de procedencia. —¡San Francisco! —exclamas. —Entonces, supongo que es allí a dónde debemos ir —dice Nada—. Podemos tomar un avión desde Kyoto por la mañana. Nada y tú envolvéis la espada y la guardáis en una funda de viola para llevarla en el avión a California. Compráis el pasaje en el aeropuerto y os dirigís a la puerta de embarque. Al acercaros al detector de metales, comprendes que tendréis que pasarlo con la espada. —¿Qué vamos a hacer? —susurra Nada mientras esperas en la cola—. No nos dejarán llevar la espada en el avión. —Es demasiado tarde para echarse atrás —respondes—. Podemos decir que es una herencia. —Quizá dé resultado —asiente Nada. Eres la primera en pasar por el detector. Nada coloca la funda de la viola en la cinta transportadora. No suena ninguna alarma. Nada recoge la funda y os encamináis juntas hacia la puerta. —Espero que no suba a bordo ningún secuestrador — murmura Nada. —Quizá solo resulta que es una espada muy especial — respondes. Pasa a la página 92. -> 92 =102= —Volvamos a los archivos —dices—. Tengo el presentimiento de que podemos encontrar algo. Regresáis a través de la bóveda y volvéis a vuestra investigación. Por fin, tus ojos cansados lo descubren: es el ideograma de la espada. —¡Aquí está! —dices a Nada. Descubrís que el ideograma fue el sello secreto de un ryu ninja fundado hace cuatro siglos por Sanchiro Miyamotori. Según la leyenda, Sanchiro fue instruido en el arte del ninjutsu y en la brujería por un tengu que, supuestamente, vive en los árboles de las montañas. El tengu entregó a Sanchiro una espada, que era la fuente de sus poderes. Sanchiro ejerció su poder para acumular una gran cantidad de tierras y de riquezas. Sin embargo, un día fue vencido y muerto por otro ninja llamado Dana Kurayama, un antepasado de Nada. Sanchiro murió maldiciendo al clan Kurayama y jurando vengarse. —¡Ahí está la respuesta! —exclama Nada—. La fuerza que perturba nuestro dojo es el kami de Sanchiro Miyamotori. Cuando recibimos esa espada, su deseo de venganza se inflamó. Quien nos envió el arma quería provocar nuevos problemas entre nuestras familias. Estoy segura de que lo que contenía la bóveda era otra manifestación del kami que intentaba atraernos a una trampa. —Entonces, si devolvemos la espada a los Miyamotori, quizá… —empiezas a decir. —¡Sí! —asiente Nada—. Es una buena idea. Estoy segura de que les complacerá recuperarla. No solo calmará al kami, sino que puede ser el inicio de una reconciliación entre nuestras familias. FIN -> salir =103= Sacas un shuriken del furoshiki y lo lanzas contra el tengu. El objeto golpea a este en el ala y le arranca un gemido de sorpresa. El tengu te observa con una mirada furiosa y exclama: —¡Cómo te atreves! Después suelta a Nada y remonta el vuelo batiendo penosamente el ala lesionada. Corres al puente para ayudar a Nada. El tengu suelta una risotada. De pronto, el puente queda envuelto en llamas. El fuego lo consume rápidamente y Nada y tú caéis al abismo. FIN -> salir =104= —¿Por qué no nos separamos? —sugieres—. Así tendremos más posibilidades de encontrarle. —Está bien. Pero ve con cuidado. Intenta sintonizar con el sakki. Nos reuniremos aquí dentro de diez minutos si no encontramos rastros. Mueves la cabeza para mostrar tu acuerdo y os separáis para ir en busca del ninja. Desciendes del parapeto y recorres las murallas moviéndote con haragei. Sigues la muralla hasta uno de los baluartes superiores. Al otro lado del muro, un abismo cortado en pico desciende hasta el suelo. De pronto, ruedas hacia la izquierda, saltas del muro y te agarras al borde superior de este con ambas manos. Una figura vestida de negro se posa durante un instante en el lugar que ocupabas antes de rodar pero el impulso —que el desconocido pensaba descargar sobre ti— le lleva más allá del muro y le hace caer al abismo. Mientras cae, puedes apreciar que los ojos del atacante son los ojos blancos del cadáver. Subes de nuevo al muro del que estabas colgando y llamas a Nada. Le explicas lo sucedido. —No sé cómo me di cuenta de su presencia —comentas—. No pensé en ello. Sencillamente, me eché al suelo para apartarme. —Ha sido el sakki —dice tu amiga. —¿Y el cadáver? —te preguntas—. ¿Cómo ha podido atacarme? —Creo que el kami debió apoderarse del cuerpo del cadáver para atacarnos. Sin embargo, todavía no sé por qué quería matarnos ese ninja. —Será mejor que salgamos de aquí —dices—. Apuesto a que el sensei tendrá alguna teoría. FIN -> salir =106= Tratas de explicar a las criaturas de lava que debes conservar la espada para descubrir la fuerza que está atacando el dojo de Nada. Mientras tanto, tu amiga empieza a remar para alejarse de la orilla. —¡Regresad! —gritan las voces. Éstas van perdiéndose conforme os alejáis de la isla, ayudadas por una corriente que os arrastra hacia mar abierto. Tienes la impresión de que no vais a la deriva. Algo parece tirar de vosotras. La barca avanza cada vez más deprisa. Por fin, aparece ante vosotras lo que atrae vuestra embarcación: ¡es un enorme remolino en pleno mar! Intentáis apartaros de él a fuerza de remos, pero estáis atrapadas irremisiblemente. Penetráis en el vórtice, girando hacia abajo. Te cubres la cabeza con las manos mientras la gran masa de agua se cierra sobre vosotras. Cuando abres los ojos, tú y Nada observáis con asombro que estáis en un palacio submarino adornado de algas. Sois conducidas ante un trono donde una mujer que lleva una corona con una serpiente está sentada sobre un cojín tocando la biwa. La mujer os observa y os da la bienvenida: —Probablemente os preguntaréis dónde os encontráis. No tengáis miedo. Soy la Reina del Mar, y este es mi palacio. —¿Ha sido cosa tuya traernos aquí? —dices. —Sí —responde la Reina del Mar—. Tengo que preguntaros algo muy importante. Pasa a la página 89. -> 89 =107= —No podemos intervenir —dice tu amiga. —Acabo de darme cuenta de ello —respondes. El combate entre los dos ninjas se inicia. Apenas logras seguir la rápida sucesión de movimientos de la espada, las fintas y los saltos hasta que el otro ninja hiere finalmente a Sanchiro. Sashami se incorpora para felicitar al ninja pero, cuando este advierte su presencia, huye entre los árboles. Nada y tú penetráis en el claro. —¡Escucha! —exclamas—. Sanchiro dice algo. Llegan hasta ti las últimas palabras de Sanchiro: una maldición en la que promete vengarse de la familia Kurayama… ¡la familia de Nada! —El otro ninja debía ser mi antepasado. Hemos sido testigos del origen de la promesa de venganza del kami. Cuando la espada llegó a nuestro dojo, debió poner en marcha esa promesa. —¿Hay algún modo de contrarrestarla? —preguntas. —Podemos intentarlo —responde Nada, al tiempo que inicia una serie de gestos con los dedos. Una vez ha terminado, se vuelve y comenta: —Aunque mi kuji no funcione, creo que, ahora que conocemos el origen de la maldición, podremos acabar con ella incluso sin la ayuda del sensei. Mientras, Sashami regresa y comenta, avergonzado: —Creo que he ahuyentado a ese ninja. —No importa —respondes—. Sin tu ayuda jamás habríamos podido resolver nuestro problema. Os despedís de Sashami y os disponéis a regresar al dojo. FIN -> salir =108= Dejas la espada para más tarde y te lanzas contra el ninja, que parece tener problemas para incorporarse. Sin embargo, de repente, se da media vuelta y te arroja al rostro algo que te escuece en los ojos. Al mismo tiempo, oyes que Nada ataca a los otros dos. El ninja desaparece pero, unos segundos después, eres arrojada al suelo por detrás y notas la espada contra el estómago. —¡Basta! —le grita el ninja a Nada—. ¡Tengo a tu amiga! Nada y tú sois atadas y conducidas al castillo del ninja. No tenéis la menor oportunidad de huir. Tras varios días en la mazmorra, sois conducidas a presencia del ninja, donde sois obligadas a arrodillaros al pie del estrado que ocupa este. —Para ser sincero —comenta el ninja—, me habéis sorprendido. Estábamos esperando a otra persona. Todavía no comprendemos de dónde habéis salido, pero es evidente que sois unas ninja muy bien preparadas. Quizá el destino ha querido que nos encontrásemos. —¿A qué te refieres? —preguntas. —Queremos que os unáis a nosotros. Es una gran oportunidad para vosotras. He aprendido muchos poderes de un tengu de las montañas y, con la espada que me entregó, soy invencible. Como podéis ver, ya hemos acumulado muchas tierras y riquezas. Y todavía acumularemos más. —¿Y si no queremos unirnos a vosotros? —pregunta Nada. —Entonces, moriréis —sentencia el ninja mientras se encoge de hombros. FIN -> salir =109= Decides que es preferible mantenerte apartada del pozo embrujado y regresas junto a Nada para desayunar con ella. Al terminar, partes con tu amiga montaña arriba al encuentro de Gyoja. Buscáis todo el día, pero no encontráis el menor rastro del yamabushi. Estáis a punto de daros por vencidas cuando divisáis un pequeño templete oculto entre los árboles. Allí encontráis a un anciano menudo y ajado, de largo cabellos y con una trompeta de conchas marinas al costado. Cuando os acercáis a él, parece asombrado. —¡Incluso aquí me habéis encontrado! —exclama—. Llevo todo el día evitándoos e intentando cumplir mi tarea. No sé qué queréis, pero debe de ser importante. —Lo es —responde Nada mientras hace una reverencia. Luego, explica con detalle la situación del dojo, así como el ataque del ninja y la espada que este blandía. —Yukio ha creído que podrías ayudarnos —añade por último Nada. Pasa a la página 86. ->86 =110= No haces caso de la música del koto y continúas montaña arriba con los ojos fijos en el tengu-bi. Las luces parecen hacerse más brillantes conforme anochece durante la ascensión. Cuando llegas a la cresta, justo por debajo del tengu-bi, las luces estallan, de pronto, en una red de chispas llameantes que emiten violentos destellos, cubriendo el cielo sobre tu posición e iluminando el paisaje. Un trueno retumba, produciendo ecos. Un viento poderoso forma un torbellino que agita los árboles con un movimiento frenético. Buscas algún lugar donde resguardarte, pero el viento y los rayos parecen penetrar en todos los rincones. Entonces, aparece en el cielo el tengu con los ojos encendidos, lanzando rayos de la punta de las alas y mostrando las garras. Das media vuelta y echas a correr montaña abajo. El tengu vuela detrás de ti, dando vueltas en círculo encima de tu cabeza y apartándose en el último momento, cuando parece a punto de caer sobre ti. Repite el juego varias veces hasta que, por fin, le oyes exclamar: —¡Pensaba que podías hacerlo mucho mejor! Luego se aleja, y un torbellino de viento cargado de piedras y pedazos de madera te eleva por los aires y te transporta por encima de las montañas y por encima del mar del Japón, hasta depositarte junto a un pueblecito al pie de la Gran Muralla china. FIN -> salir =112= —¡No! —susurra Nada, alarmada, mientras te lanzas hacia adelante con la espada de Sashami. Tu amiga intenta agarrarte, pero no lo consigue. Esto distrae al otro ninja y, como un rayo, Sanchiro ataca. El ninja falla. Entonces, Sanchiro se vuelve para quedar frente a ti. Te lanzas contra él y, al descargar el primer golpe, tu espada se parte en dos al chocar con la suya. Adviertes que has cometido un error terrible. La espada de Sanchiro posee algún tipo de poder mágico y no tienes modo alguno de defenderte ante ella. FIN -> salir =113= Tomas la espada y escapas de nuevo por la ventana. Subes a la muralla del castillo, saltas desde ella y regresas a casa de Nikkya sin ser descubierta. Llamas a la puerta. Acude Nikkya y te hace un gesto para que permanezcas en silencio. —Creo que Nada saldrá adelante —susurra—, pero debe dormir. Mañana podrás hablar con ella. Aunque estás impaciente por enseñarle la espada a tu amiga, comprendes que la anciana tiene razón. Agotada, no tardas en dormirte. Por la mañana, encuentras a Nada bastante débil, pero en plena recuperación. Le cuentas tus aventuras y le enseñas la espada, pero su reacción no es la que esperabas. —Estoy muy impresionada de que hayas podido hacerte con la espada —dice—, pero no estoy segura de cómo nos ayudará tenerla. Después de todo, ya la tenemos en el dojo, en nuestro presente. Lo que necesitamos descubrir de verdad es la fuente de los trastornos, que todavía nos resulta desconocida. —Tienes razón —respondes—. No había caído. —Bien, Nikkya me ofreció ciertas informaciones útiles. Después de curar mi herida, me contó que el castillo pertenece a Sanchiro Miyamotori. Los Miyamotori fueron enemigos de mi familia durante mucho tiempo, y esto puede ayudarnos a descubrir qué está sucediendo. Lo único que podemos hacer ahora es regresar a nuestro tiempo y esperar que el sensei sepa ayudarnos a reconstruir lo sucedido. FIN -> salir =114= —No, gracias —respondes al yamabushi—. Tengo que rescatar a mi amiga. Escapas rápidamente al bosque y te diriges hacia el camino, pero no consigues encontrarlo. Sigues buscando en la oscuridad hasta que adviertes que estás dando vueltas en círculo. Agotada y sangrando tras la lucha con la espesura, terminas por caer dormida. Despiertas a la mañana siguiente y decides olvidarte del camino y dirigirte por la vía más recta hacia la montaña. Te abres camino entre la espesura durante toda la mañana. Por fin, alean zas un claro en la cima de una loma. Lo que ves allí te hace jadear. A tu alrededor no hay más que agua. Estás en la cumbre más alta de una isla, una montaña solitaria que surge en mitad del océano azul. Tienes la impresión de que te ha llevado allí algún tipo de brujería. Quizá sea una venganza de los yamabushi por tu negativa a unirte a ellos, pero no tienes la menor idea de cómo hacer para regresar a la civilización. FIN -> salir =115= —Todo esto resulta muy extraño —le dices a Nada—. Creo que será mejor hablar de ello con el señor Hatama. —Supongo que tienes razón —responde Nada—. Si la familia Miyamotori nos descubre aquí con el cadáver, nos veremos metidas en un buen problema. Nada y tú empezáis a salir del patio en busca del señor Hatama. Un leve ruido os hace mirar atrás. Os volvéis justo a tiempo de ver el cadáver, cubierto por una horrible máscara demoníaca, en el momento de descargar una espada sobre vuestros cuellos. FIN -> salir